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domingo, 27 de noviembre de 2011

Bizcocho de calabaza y chocolate

Estamos recogiendo el 2011. Ya sé que es un poco pronto para empezar con los balances de fin de año, los propósitos de año nuevo y demás, pero yo tengo la sensación de que mi año termina aquí. El miércoles acaba mi beca en el Fritz, y el jueves cogemos el avión. Primero España, luego Tailandia, de nuevo España para las navidades, y ya en enero volveremos a Berlín. Estoy muy ilusionada ante la perspectiva de unas vacaciones tan largas (creo que no he tenido unas así desde el instituto). También por el viaje, nunca he estado en Asia antes, aunque hace ya mucho tiempo que le tengo ganas. Pero sobre todo estoy muy emocionada por el cambio de vida que me va a suponer dejar el Fritz. No me preguntéis qué voy a hacer a continuación, porque no tengo ni idea, ésa es una decisión que dejo para el 2012. Lo único que sé es que en enero tendré sensiblemente más tiempo para dedicarle al blog y a la cocina, y eso también me apetece mucho.

El bizcocho de calabaza y chocolate descansa feliz al sol,
ignorante del voraz depredador que le acecha tras el vaso de zumo
.

Pero de momento lo que estoy haciendo es intentar vaciar el frigorífico y mi lista de recetas pendientes de publicar. Hoy os traigo este bizcocho de calabaza que preparé hace unas semanas para la visita de mi amiga Julia. La receta la he adaptado de una que uso para hacer tarta de zanahorias. El bizcocho quedó muy suave, húmedo, y con un color precioso. Me encantó la combinación de los sabores de la calabaza con las pepitas de chocolate. Y además el sol tuvo a bien salir durante el desayuno para que yo pudiera hacer unas fotos con luz natural... En definitiva, no quería irme del 2011 sin compartir este bizcocho con vosotros. Si todavía tenéis calabazas por casa, este bizcocho puede ser una forma estupendérrima de usarlas. ¡Que lo disfrutéis!

Momento dramático en el que el bizcocho toma consciencia de su inferioridad en la batalla,
y se descubre a sí mismo laminado, reducido, devorado, con sus migajas esparcidas por el plato.

Ingredientes:
  • 300 g de calabaza (yo usé de la variedad Hokkaido)
  • una cucharada de mantequilla
  • 4 huevos
  • 1 taza de azúcar moreno
  • 4/5 taza de aceite de sabor suave (yo usé de girasol)
  • 1 sobre de azúcar vainillado, o de aroma de vainilla
  • 2 tazas de harina
  • 1 sobre de levadura
  • trocitos de chocolate
Ah, dónde están ahora aquellos que se decían tus amigos,
las mandarinas y la taza de café. Dónde están ahora para defenderte.

Cómo preparar este bizcocho de calabaza y chocolate:

Precalienta el horno a 180 ºC.

Trocea la calabaza en trocitos. Pon la mantequilla en una sartén a fuego suave, y cocina ahí la calabaza hasta que se haya reblandecido.

En un bol, bate los huevos y añade sucesivamente el azúcar, el aceite, la calabaza y la vainilla, de forma que quede una mezcla homogénea.

Incorpora ahora la harina y la levadura, tamizándolas sobre la mezcla anterior, y vuelve a batir hasta que esté todo bien ligado, homogéneo, naranja, con esa pinta tan prometedora que tienen las masas de bizcocho justo antes de ser horneadas. Aprovecha ahora que te estás emocionando al pensar en lo rico que va a estar tu bizcocho, échale un puñado de pepitas de chocolate y remueve con una cuchara para distribuirlas por la masa.

Engrasa un molde, o fórralo con papel para hornear. Vierte ahí la masa y ¡al horno con ella! Durante unos 30 ó 40 minutos, hasta que esté bien cocida por dentro.

Servir con ganas, buenos amigos, y largas conversaciones en torno a la mesa del desayuno.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Bollitos de albaricoque

Seguimos con las recetas de la merendola de cumpleaños. También preparé unos bollitos de albaricoque, siguiendo la receta de Encar's Bakery. Las fotos me quedaron un desastre, pero los panecillos estaban riquísimos. Y si no, preguntadle a mi amigo Jorge, que el lunes todavía se estaba acordando de ellos.




Bollitos poco fotogénicos. Os prometo que voy
a aprender a hacer fotos de comida.


Estos panecillos son también muy rápidos y fáciles de hacer, como casi todo lo que publico en el blog, que por algo estoy aprendiendo yo a hacer estas cositas tan interesantes. Son ligeramente dulces, pero realmente muy poco, así que pensé que vendrían bien para compensar un poco el azúcar de los otros platos y evitar una sobredosis. Que ya sabemos que si a los niños les damos demasiada azúcar, luego están hiperactivos y no se quieren ir a dormir (y esto también funciona con los niños de más de 30).

Los panecillos están buenos ellos solos, pero también los podéis acompañar con algún relleno, dulce o salado. Yo les puse un poco de queso blanco de untar, y no sobró ni uno para hacer una foto decente al día siguiente.

Ingredientes:
  • 600 g de harina
  • 125 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 350 mL de leche
  • 2 yemas de huevo
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 4 cucharaditas de levadura en polvo
  • 1 cucharadita de sal fina
  • Mermelada de albaricoque
  • 200 g de orejones en trozos pequeños (nos guardamos algunos enteros para decorar)

Cómo preparar estos bollitos de albaricoque:

Empezamos encendiendo el horno para que se vaya precalentando a 180 ºC.

Ponemos en un recipiente 400 g de harina con la mantequilla, la sal, la levadura, las yemas de huevo y el azúcar, y mezclamos con las manos.

Añadimos después la leche y los albaricoques troceados, y seguimos mezclando.

Incorporamos poco a poco el resto de la harina, mientras seguimos amasando. Quedará una masa consistente.

Forramos la bandeja del horno con papel de hornear. Nos espolvoreamos las manos con un poco de harina, y vamos tomando porciones de masa y formando bolas, que dejaremos sobre la bandeja, separadas entre sí porque durante el horneado la masa se ensanchará.

Si queremos decorar los bollitos con trozos grandes de orejones, hacemos ahora hendiduras en las bolitas presionando con los dedos, para que queden los huecos donde poner los orejones cuando saquemos los bollitos del horno (si los pusiéramos ahora, se quemarían).

Horneamos durante unos 30-35 minutos a 180 ºC, hasta que los bollos estén doraditos.

Sacamos del horno los bollitos y los pintamos con un poco de mermelada de albaricoque. Ponemos los albaricoques de adorno en las hendiduras que hicimos, y los pintamos también con un poco de mermelada, para que queden más brillantes.

¡Que los disfrutéis!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cantuccini con naranja confitada

Como ya os he contado, el sábado hice merendola de cumpleaños, y además de la mejor tarta de chocolate del mundo, preparé unos cantuccini, que quedan muy bien para mojarlos en un poco de vino o de licor, y eso me daba el pretexto necesario para introducir un poco de alcohol en la merienda. Que mis amigos y yo somos muy golfos...

Los cinco cantuccini que sobraron. Los otros cuarenta sucumbieron
sin remedio a las masas devoradoras de dulces cumpleañeros.

Tomé como referencia la receta de Velocidad Cuchara, pero como no me gusta mucho el anís, lo cambié por amaretto, y junto a la almendra añadí un poco de naranja confitada. Ya sabéis que lo mío con los cítricos no tiene remedio. El resultado fue muy aromático, y no muy dulce.

No los había preparado nunca antes, pero son tan fáciles y tan rápidos, y quedan tan ricos, que me parece que los voy a poner en mi lista de recetas habituales. ¡Ah! Los italianos de la fiesta los comieron con gusto, y eso sólo puede ser una buena señal.

Ingredientes:
  • 350 g de harina
  • 250 g de azúcar
  • 1 pizca de sal
  • 10 g de levadura química (o un sobrecito de levadura)
  • 2 huevos
  • 1 yema de huevo
  • 20 g de licor Amaretto
  • 200 g de almendras crudas con piel, machacadas en trozos grandes
  • 100 g de naranja confitada
  • 1 cucharadita de canela molida

Cómo preparar estos cantuccini con naranja confitada:

Enciende el horno a 180 ºC para que se vaya precalentando.

En un bol, pon la harina, el azúcar, la sal, la levadura, los huevos, la yema de huevo y la canela, y mézclalo todo bien con las manos. Añade después el licor y sigue mezclando hasta que quede bastante homogéneo (es un proceso bastante rápido).

Por último, incorpora las almendras y la naranja, y vuelve a mezclar con las manos para que se distribuyan por toda la masa.

Forra la bandeja del horno con papel de hornear. Ve formando barritas de masa de unos 3 centímetros de ancho, y disponiéndolas en la bandeja, procurando que estén bien separadas, porque durante el horneado la masa se expande y se te pueden pegar unas con otras. Verás que la masa es bastante pegajosa. Para que hacer las barritas te resulte más fácil, engrásate las manos con un poco de aceite.

Hornea tus barritas de cantuccini durante 30 minutos a 180 ºC. Una vez que estén doradas, sácalas del horno y córtalas en rodajas de aproximadamente un dedo de grosor. Es importante cortarlas cuando aún están calientes, porque al enfriarse se endurecerán.

Deja que tus cantuccini se enfríen sobre una rejilla, y después consérvalos en un recipiente hermético.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La mejor tarta de chocolate del mundo

Quizás el título de este post os parezca un poco pretencioso, pero es cierto: ésta es la mejor tarta de chocolate que he probado nunca (y he probado muchas, os lo puedo asegurar). El mérito no es mío, claro, el mérito es de la receta, que compensa los ingredientes de forma que el resultado es un bizcocho muy suave y un poco húmedo, con un intenso sabor a chocolate, y casi nada dulce. Por supuesto es muy fácil, y siempre sale bien. En esta ocasión la he decorado con el frosting de la ya famosa tarta guiness. Si os sentís especialmente viciosos también podéis poner un poco de chocolate derretido por encima, y dejar que se endurezca formando una corteza crujiente.


Esta tarta es seguramente la receta que más veces he preparado a lo largo de mi vida. Desde que era pequeña, en mi casa la hemos hecho siempre para los cumpleaños y otras ocasiones especiales, intentando no abusar para que mantuviera su estatus de tarta especial. Mi hermana y yo nos guardábamos la receta con muchísimo celo, que no se desvelara el secreto de aquella delicia que siempre nos hacía quedar como estrellas cuando íbamos a visitar a alguien. Es gracioso, porque creo que mi madre sacó esta receta de una caja de cacao en polvo Hersheys... ¿Os acordáis de aquel capítulo de Friends sobre la famosa receta de galletas de Phoebe? Pues algo parecido.


La semana pasada fue mi cumpleaños, y como manda la tradición, el sábado tocaba tarta de chocolate. Ahora he decidido aprovechar la ocasión para por fin liberar el secreto de la mejor tarta de chocolate del mundo. Que su luz chocolateada os ilumine en los senderos oscuros que están por venir.


Ingredientes:
  • 2/3 taza (200 g) de mantequilla
  • 1 + 2/3 tazas (500g) de azúcar
  • 3 huevos
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla
  • 1 + 1/3 tazas (400 mL) de agua
  • 2 tazas (360 g) de harina
  • 2/3 taza (100 g) de cacao en polvo sin azúcar
  • 1 + 1/4 cucharaditas de bicarbonato
  • 1 sobre de levadura en polvo
  • 1 cucharadita de sal fina
Las proporciones en la receta original venían con referencia a la capacidad de una taza de desayuno. Os he escrito las equivalencias en gramos (mL) por si os resulta más fácil así.

Para el frosting:
  • 300 g de queso blanco de untar
  • 150 g de azúcar glas
  • 360 mL de nata líquida para montar

Cómo preparar la mejor tarta de chocolate del mundo:

Precalentar el horno a 180 ºC.

Mezclar en un bol los huevos con el azúcar. Después añadir la mantequilla y mezclarlo todo bien. Incorporar a continuación el agua y la vainilla y batir procurando que quede una mezcla homogénea.

Sobre esta mezcla tamizar (bien con un tamizador, bien usando un colador metálico) la harina con la levadura, el bicarbonato y el cacao. No os olvidéis de la sal, que es importantísima. Quizás en este punto os parezca que la mezcla del bizcocho es demasiado líquida. No os preocupéis: es así.

Verter la mezcla en un molde previamente engrasado y hornear durante unos 35-40 minutos, comprobando que ha terminado de cocerse pinchando el centro del bizcocho.

Mientras tanto, preparamos el frosting mezclando muy bien el queso de untar con el azúcar glas, con ayuda de la batidora, de forma que quede una mezcla suave. En otro recipiente montamos la nata, y después incorporamos el queso con movimientos suaves y envolventes. Reservamos en el frigorífico hasta que el bizcocho se haya enfriado, y usamos entonces para decorar.

¡Que el chocolate os acompañe!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Brownies de chocolate, boniato y arándanos

¡Ya está aquí! ¡Ya llegó! ¡El día mundial del brownie! #diadelbrownie Con lo mucho que me gustan los dulces y el chocolate, no podía dejar de apuntarme a esta convocatoria. Aquí está el resultado:

 Brownies dispuestos a ser devorados

He tenido que activar un dispositivo de seguridad para conseguir hacer las fotos antes de que mi marío y el tunante gambitero de mi amigo Miguel los devorasen. 

El brownie antes de ser cortado, en el deslumbrante sol de esta mañana berlinesa

En este brownie rebajamos un poco el contenido en mantequilla y azúcar y compensamos con boniato asado. Además, en vez de frutos secos ponemos arándanos. De esta forma rebajamos un poco el contenido calórico del brownie y nos lo tomamos con un poco menos de culpabilidad... Esta receta la tomé de Dan Lepard, cuyas recetas me encantan, todas.

Ingredientes:
  • 100 g de mantequilla o margarina, sin sal
  • 200 g de chocolate negro para postres, troceado
  • 200 g de boniato asado, sin piel
  • 125 g de azúcar moreno
  • 2 huevos, tamaño medio
  • 2 cucharaditas de extracto de vainilla, o un sobre de azúcar vainillada
  • 100 g de harina
  • 1 sobrecito de levadura en polvo
  • 200 g de arándanos

Cómo preparar estos brownies de chocolate, boniato y arándanos:

En primer lugar tienes que asar los boniatos. Ten en cuenta que al asarlos, los boniatos pierden agua y el peso se reduce casi a la mitad, es decir que necesitarás unos 400 g de boniatos crudos para obtener aproximadamente 200 g de boniatos asados. Como tardan un buen rato en asarse, yo los he pelado y cortado en rodajas. Los he puesto en la bandeja del horno sobre un papel parafinado, y he horneado durante unos 15-20 minutos a 250 ºC con el horno arriba y abajo. Una vez que ya estaban tiernos, los saqué, pesé los 200 g que necesitaba para la receta, y me comí el resto :)

Una vez que has asado los boniatos tienes que bajar la temperatura del horno a 180 ºC. Para ayudar en el proceso, he dejado la puerta del horno abierta un par de minutos.

También me pregunto si en vez de asar los boniatos se podrán cocer al vapor en la olla rápida. Supongo que sí, pero lo probaré la próxima vez y ya os contaré.

Mientras se asan los boniatos derretimos la margarina en una cacerola a fuego muy lento (yo he usado una sartén antiadherente). Cuando la margarina está derretida, añadimos 125 g del chocolate en trocitos, y removemos hasta que se derrita también. Retiramos del fuego.

En un bol batimos los boniatos asados con el azúcar, mezclándolos bien. Incorporamos a continuación la mezcla de mantequilla y chocolate.

Tamizamos sobre esta masa la harina con la levadura y batimos hasta que quede todo muy homogéneo.

A continuación, añadimos el resto de chocolate en trocitos  y los arándanos, y mezclamos con una cuchara.

Disponemos la masa sobre un molde cuadrado de cremallera, previamente engrasado, y horneamos durante 20-30 minutos hasta que esté cocido.

martes, 8 de noviembre de 2011

Bizcochitos rápidos de chocolate

Hoy os traigo estos pastelitos tipo soufflés que recuerdan a un coulant sin serlo. Más densos que un soufflé, estos bizcochitos se toman calientes y tienen un corazoncito de chocolate fundido que os servirá para sorprender a vuestros invitados, o simplemente para daros un capricho de chocolate. Se preparan en unos 5 minutos, y tardan 10 en honearse, así que son perfectos como postre para una cena. Incluso podéis dejar los moldes preparados, de modo que sólo tengáis que meterlos al horno. Espero que os gusten.



Ingredientes (para 6 raciones):
  • 150 g de chocolate negro para postres
  • 150 g de mantequilla o margarina
  • 100 g de azúcar
  • 35 g (como dos cucharadas colmadas) de harina
  • 5 huevos
  • 4 cucharaditas de gengibre en polvo
  • una tableta de chocolate negro o blanco

Cómo preparar estos bizcochitos rápidos de chocolate:

Precalentar el horno a 240 ºC.

Poner en un cacharro la mantequilla con el chocolate para postres troceado y fundir en el microondas, o a fuego muy lento.

En otro recipiente batir los huevos con el azúcar, la harina y el gengibre hasta obtener una masa muy homogénea. Añadir sobre esta mezcla el chocolate fundido.

Untar 6 moldes con mantequilla y repartir en ellos la mezcla anterior. Partir la tableta de chocolate y hundir 2 trozos en el centro de cada molde.

Hornear a 240 ºC durante 10 minutos. Servir caliente o templado.

lunes, 31 de octubre de 2011

Gnocchi di zucca (ñoquis de calabaza)

En diciembre nos vamos de vacaciones. Porque no tuvimos vacaciones en verano, porque nos pilla justo en el cambio de puesto de trabajo, y porque nos lo merecemos. Hoy ha venido Jorge a ayudarnos a planear el viaje, y como agradecimiento le he preparado estos gnocchi de calabaza que había visto en lo de Anita Cocinitas. ¡Están muy ricos! Y además es tan divertido hacer pasta fresca, llenarlo todo de harina, y cantar eso de Siempre que llegas a casaaaaaaaaa...


¡Gnocchi naranjas!

Ingredientes (para 4 raciones):
  • 350 g de calabaza (ya pelada y limpia; yo he usado calabaza Hokkaido)
  • 1 nuez de mantequilla
  • 1 huevo
  • harina de trigo, aproximadamente la misma cantidad que de calabaza, más lo necesario para enharinar la encimera
  • 4 lonchas de jamón serrano
  • unas lascas de queso de oveja viejo
  • aceite de oliva virgen extra
  • sal
  • salvia

Cómo preparar estos gnocchi di zucca:

Una vez pelada y limpia, trocear la calabaza y ponerla en una sartén a fuego muy lento, junto con la mantequilla, y tapada, durante unos 20 minutos, hasta que quede tierna. Dejarla enfriar.

Cuando ya esté fría, triturar la calabaza con la batidora y llevarla a un bol.

Añadir el huevo y un poco de sal, y mezclar bien.

Incorporar unos 200 g de harina y mezclar bien con una cuchara. Después ir incorporando poco a poco el resto de la harina (yo calculo que habré usado unos 400 g) hasta que la masa se pueda trabajar con las manos.

Enharinar una superficie lisa y seguir trabajando la masa ahí. Hay que seguir añadiendo harina hasta que la masa ya no se te quede pegada en las manos.



Tomar porciones de la masa y darles forma de rulo, de unos 2 cm de diámetro. Después, ir cortando rodajitas no muy gruesas con un cuchillo. Poner los gnocchi sobre una bandeja que hayamos enharinado, redondeando un poquito los bordes con los dedos, y espolvoreándolos con más harina, para que no se peguen. Sí, a estas alturas ya está todo pringado de harina, no queda más remedio que rendirse y disfrutar del caos imaginándonos que somos una mamma italiana :)


Cocemos los gnocchi en abundante agua hirviendo durante unos minutos, hasta que flotan en la superficie y están tiernos y cocidos por dentro.

Servimos inmediatamente, calentitos, con el aderezo que nos apetezca. Yo hoy les he puesto simplemente un chorrito de aceite de oliva virgen extra, del güeni que me traigo en latitas pequeñas desde España, unas lonchitas de jamón troceadas con las manos, y unas lascas de queso de oveja viejo, también del güeni, también me lo traigo de España de contrabando, y los he espolvoreado con un poco de salvia. Me ha encantado la combinación de colores, y de sabores. ¡Que lo disfrutéis!

sábado, 29 de octubre de 2011

Pavo en escabeche de naranja

Como mujer trabajadora que soy (de momento) entre semana suelo tener poco tiempo para cocinar. Llego del trabajo tarde, cansada y hambrienta, más aún cuando en este país se almuerza sobre las 12:30, y aunque meriende alguna fruta o galleta, a las ocho tengo tanta hambre que me comería a mi padre por los pies. Así que siempre se agradece tener algo ya preparado, que sólo haya que sacar de la nevera y servir.

En este sentido el escabeche de pavo es un gran apaño, porque está riquísimo, es ligero (y apropiado para una cena) y puedes preparar una gran cantidad y conservarlo en el frigorífico durante mucho tiempo. No me preguntéis cuánto tiempo es el máximo porque en casa nunca ha durado más de un par de semanas: en cuanto me despisto mi marío está picando del táper de pavo en escabeche. Eso es la prueba irrefutable de lo rico que está :) A veces lo tomamos en ensalada sobre algunas hojas de lechuga. Otras veces lo acompañamos de un arroz en blanco o puré de patatas.



Ingredientes:
  • 1 pechuga de pavo (ésta pesó un kilo)
  • 1 puerro
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 100 mL de vino blanco
  • la piel de dos naranjas
  • 1 hoja de laurel
  • 8 granos de pimienta negra
  • aceite de oliva
  • vinagre de manzana
  • sal

Cómo preparar este escabeche de pavo a la naranja:

Corta la pechuga en dos trozos, sálala y ponla en una cacerola que tenga más o menos el tamaño de la pechuga.

Corta la cebolla y el puerro en tiras gruesas. Pela los ajos pero déjalos enteros. Pon estas verduras en la cacerola con el pavo.

Añade a la cacerola el vino, la piel de naranja, el laurel y la pimienta.

Ve añadiendo aceite y vinagre en proporción 2:1, o sea, poniendo aproximadamente el doble de aceite que de vinagre. Pon aceite y vinagre hasta que la carne esté bien cubierta de la mezcla.

Tapa la cacerola y pon a cocer a fuego lento durante unos 30-40 minutos, hasta que el pavo esté tierno y perfectamente cocido. Después retíralo del fuego y déjalo enfriar.

Cuando esté frío, saca la carne escurriéndola, córtala en filetes y ve poniéndola en un táper. 

Retira la piel de naranja del escabeche. A continuación, saca las verduras y ponlas sobre la carne en el táper. Por último, cúbrelo todo con el líquido de cocción. Guarda el táper cerrado en la nevera y espera al menos 48 horas antes de consumir.

Cuando lo vayas a comer, saca el táper de la nevera un ratito antes si es posible, para que se atempere. Puedes poner en un plato una cama de hojas de alguna lechuga (en este caso usamos endivias), un par de filetes de carne y unas tiras de cebolla-puerro. Corrige de sal y aliña con un poco del propio escabeche. Ya verás qué rico. La piel de naranja le da un aroma delicioso.

La carne se conservará en buen estado siempre que esté bien cubierta por el escabeche, así que al guardar de nuevo el táper procura que no quede ningún trozo de filete por encima del líquido.

Cuando termines la carne puedes seguir usando el líquido sobrante para aliñar ensaladas o para aromatizar guisos.

Esta receta la vi en El Comidista y se ha convertido en una de mis habituales.

domingo, 23 de octubre de 2011

Baumkuchen

Alguna vez había probado este bizcocho rayado aquí en Berlín, no recuerdo dónde. Sí recuerdo que me gustó mucho de sabor, y que me encantaron sus rayitas. En aquel momento no entendí que "Baumkuchen" viene a significar "pastel de árbol", olvidé el nombre, y en consecuencia se me hizo más difícil buscar la receta por internet. Por eso me hizo tanta ilusión que SandeeA la publicara en su blog.

Ayer teníamos una pequeña reunión-merendola y me propuse probar a hacer el Baumkuchen. Ya le tenía ganas hace tiempo, pero últimamente limito las tartas a las reuniones con amigos, por aquello de que si hago una tarta para nosotros dos, nos la comemos, enterita además, y poco a poco vamos creciendo en la tercera dimensión de una forma que no mola nada. En fin, que ayer me arremangué y me puse manos a la obra.

La tarta quedó bien. El sabor, estupendo. La textura es sorprendentemente suave para un bizcocho que no lleva levadura. Eso sí, es una tarta consistente, para servir en raciones pequeñas.

En cuanto a la preparación, no es en absoluto complicada, pero sí muy laboriosa. Yo no tengo una batidora de varillas eléctrica (aún, el universo gastronómico no deja de mandarme señales para que me compre una) y montar siete claras de huevo a mano se me hizo pesado. Después, como se hornea por capas, hay que estar pendiente del horno durante media hora o cuarenta minutos. Así que recomiendo que hagáis esta tarta cuando tengáis mucho tiempo por delante, y muchas ganas de luciros. Porque luciros, os váis a lucir, eso os lo aseguro.

De chocolate y a rayitas


Ingredientes:
  • 250 g de margarina
  • 250 g de azúcar
  • 7 huevos medianos
  • 150 g de harina de trigo
  • 100 g de harina fina de maíz (tipo maizena)
  • 1 pizca de sal
  • 1 sobrecito de azúcar vainillado, o un poco de extracto de vainilla
  • 2 cucharadas de cacao puro en polvo
  • 200 g de chocolate negro para cobertura
  • 2 cucharadas de leche


Locura de chocolate. Negro y con temperamento.

Cómo preparar este Baumkuchen:

Batir la margarina con el azúcar con la batidora, hasta que quede una mezcla homogénea, suave, cremosa.

Partir los huevos separando las claras de las yemas. Reservar las claras. Incorporar las yemas de una en una sobre la margarina, batiendo.

Tamizar la harina de trigo y la de maíz sobre la margarina. Si tenéis un tamizador, estupendo, y si no, también podéis usar un colador metálico grande. Batir toda la mezcla hasta que quede muy homogénea.

En otro recipiente aparte, montar las claras de huevo con la pizca de sal, hasta que queden bien firmes. Incorporarlas después a la otra mezcla, poco a poco, con ayuda de las varillas, usando movimientos suaves y envolventes.

En este momento podemos encender el horno para que se vaya calentando. Encendemos sólo el grill, a 200 ºC.

Dividimos ahora la masa del bizcocho en dos partes iguales. A una le añadimos el azúcar vainillado, y a la otra el cacao, mezclando con las varillas, siempre con cuidado.

Preparamos el molde que vayamos a usar, bien forrándolo con papel para horno, bien engrasándolo con margarina. Yo he usado un molde rectangular de silicona, y lo he engrasado un poco con margarina (aunque en principio no haría falta). El resultado ha sido estupendo, el bizcocho no se ha pegado nada a las paredes, se ha desmoldado muy fácilmente, y ha quedado con una forma muy bien definida (¡viva la silicona! - en moldes para horno).

Tomamos dos cucharadas soperas de masa blanca, y las distribuimos sobre el fondo del molde, de modo que quede una capa fina y uniforme. Horneamos en la bandeja media del horno durante unos 2 ó 3 minutos, hasta que la masa esté cocida y ligeramente dorada. Os recuerdo que sólo estamos usando el grill.

Sacamos el molde con cuidado. Ahora ponemos dos cucharadas de masa de chocolate, las distribuimos bien, y volvemos a hornear.

Repetimos esta operación alternando masa de vainilla y masa de cocholate, y horneando por capas, hasta que agotemos las dos masas. La última capa la he dejado que se dorase un poco más que las demás, para que quede más firme y haga las veces de base de la tarta al desmoldar.

Sacamos la tarta del horno y la dejamos enfriar durante unos 20 minutos. La desmoldamos con cuidado dándole la vuelta, de manera que la última capa que horneamos quede abajo del todo, y dejamos enfriar completamente.

Cortamos el chocolate negro en trozos y los ponemos en un cazo junto con las dos cucharadas de leche, a fuego muy lento. Vamos removiendo para que se derrita pero no se queme. Si vemos que está muy espeso, añadimos un poquito más de leche.

Usamos este chocolate derretido para cubrir nuestra tarta, y dejamos enfriar.

lunes, 10 de octubre de 2011

Descubriendo el brócoli (en sopa)

Me estoy reconciliando con el brócoli. En realidad no es que hayamos estado peleados, más bien nos ignorábamos la mayor parte de las veces, y nos tolerábamos cuando nos encontrábamos las caras. Pero mi amigo Valentín Fuster me ha convencido de que el brócoli es extraordinariamente saludable, así que me he propuesto un acercamiento a esta verdura de aspecto tan simpático. Y me he dado cuenta de que lo primero que tengo que hacer es encontrar maneras de cocinarla. Me parece que en la gastronomía española el brócoli prácticamente brilla por su ausencia, o al menos en mi casa sólo se cocinaba de una manera (esparragao) así que ahora ando a la caza de nuevas recetas con brócoli. Hoy me he decidido a probar ésta de El delantal verde, y me ha sorprendido el sabor tan suave y tan rico de esta sopa. Si alguno de vosotros está también en proceso de hacer las paces con el brócoli, os la recomiendo.


Qué necesitas:
  • 500 g de brócoli, lavado y troceado
  • 500 g de patatas, peladas y troceadas
  • 1 cebolla pequeña, picada
  • 1 vaso de leche
  • 3 vasos de caldo de verduras (si os pasa como a mí, que normalmente no tenéis caldo -en mi caso, porque no tengo congelador, como lo oís- podéis usar agua)
  • 2 cucharaditas de comino molido
  • pimienta molida
  • sal
  • aceite de oliva
  • almendras fileteadas, para decorar

Cómo preparar esta sopa de brócoli:

En una olla, dos cucharadas de aceite a fuego medio, y dora en ellas el comino durante un par de minutos, hasta que empiece a desprender aroma. Añade entonces la cebolla y la sal, y deja que se sofría.

Cuando la cebolla ya esté transparente, añade las patatas, el brócoli y el caldo o el agua. Tapa la olla y sube el fuego para que arranque a hervir, y una vez hirviendo vuelve a bajar el fuego y déjalo todo cocer durante unos 20 minutos, hasta que las verduras estén blandas.

Retira del fuego, añade la leche y bátelo todo muy bien con la batidora. Añade pimienta al gusto y corrige de sal.

Sirve esta sopa calentita, y decorada con unas gotas de aceite de oliva vírgen extra y unas almendritas fileteadas.

domingo, 9 de octubre de 2011

Improvisando: Pastel de berenjenas y gorgonzola

Tengo el blog abandonado. Se me ha llenado de polvo y pelusas, y hay también esas bolas de matojo seco rodando de un lado a otro de la habitación, como en las pelis del oeste. Mi excusa es que vuelvo a estar bastante activa: a finales de este mes es la evaluación bianual del Instituto en el que trabajo, y tengo que hacer muchas cositas, cumplir deadlines, y demás. Por si fuera poco, me he apuntado a clases de alemán, dos veces en semana, así que en general ando liadilla. He estado cocinando, por supuesto, experimentando un poco con recetas nuevas, e incluso tengo fotos. Me he propuesto ser buena y poco a poco ir escribiendo los resultados aquí, en este cuaderno de laboratorio. Así que espero que sepáis perdonarme :)

Los viernes solemos salir a cenar fuera, como una especie de premio por haber terminado la semana. Pero este viernes estábamos tan cansados que ni ganas de poner un pie en la calle había. Así que abrí la nevera para ver qué tenía que se pudiera comer: berenjenas, huevos, tomatitos, gorgonzola... En definitiva, alimentos que suelen constituir mi fondo de armario en la cocina, porque son muy ricos, muy mediterráneos y se encuentran en cualquier supermercado, también aquí en Berlín. Y mientras hablaba con mi madre por teléfono, en un ratito y usando casi sólo una mano, monté este pastel de berenjenas, así de fácil es, pero más rico queda.



He usado (para dos raciones):
  • Una berenjena grande
  • 12 tomatitos cherry
  • 3 huevos
  • 100 g de queso gorgonzola
  • media cebolla pequeña
  • un diente de ajo
  • una gotita de aceite
  • sal

Cómo preparar este pastel de berenjenas y gorgonzola:

Precalentar el horno a 220 ºC.

Lavar la berenjena y cortarla en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor. Cubrir la rejilla del horno con un papel para horno, poner las rodajas encima y asar durante unos 10 o 15 minutos, hasta que la superficie de la berenjena tenga un color ligeramente dorado y al pincharla con un tenedor esté tierna. En ese momento, sacar la berenjena y bajar la temperatura del horno a 180 ºC.

Mientras se asa la berenjena, cortar la cebolla en juliana y picar el ajo, y sofreírlos en una sartén con un poquito de aceite. Reservar.

Lavar los tomatitos y cortarlos por la mitad. Cortar el gorgonzola en daditos. Batir los huevos.

Engrasar una fuente para horno con un poco de mantequilla. Cubrir el fondo con rodajas de berenjena. Poner encima la mitad de los tomatitos, un poco de cebolla y ajo, y la mitad del queso. Volver a cubrir con berenjena, presionando un poco con las manos para que todo se compacte, y repartir el resto del queso, cebolla y ajo, y tomate. Para terminar, verter el huevo batido y mover un poco la fuente, inclinándola, para que se reparta bien entre todo el contenido.

Hornear durante unos 40 minutos, hasta que el huevo haya cuajado, y justo al final, poner el gratinador para dorarlo por arriba. ¡Buena cena!

viernes, 12 de agosto de 2011

Pasta al limone

Pasta, pasta!

Me encanta la pasta, pero estoy cansada de preparar siempre la misma bolognese una y otra vez, y me niego a usar una de esas salsas envasadas que se compran en el supermercado. Así que he decidido ponerme a experimentar nuevas recetas. Para esta noche he elegido la pasta al limone porque nunca antes he probado nada así, pero también y sobre todo porque me encantan los cítricos. He seguido la receta de mi amiga Gata Vagabunda y he quedado muy contenta con el resultado. Es una receta muy simple y el resultado es sorprendente (al menos para mí lo fue). Así que os sugiero que la probéis alguna vez. Aquí va.



Qué necesitas para dos raciones:

  • 250 g de pasta larga como espaguetis, preferiblemente gorditos. Yo he usado bavette n. 13.
  • un poco de mantequilla
  • 2 dientes de ajo, pelados pero enteros
  • 2 limones grandes, los más frescos que encuentres
  • 200 mL nata
  • queso parmesano
  • sal y pimienta
  • albahaca

Cómo preparar esta Pasta al Limone:

Llena una olla con aga salada y ponla a hervir. Cuece ahí la pasta hasta que esté al dente (puedes orientarte con los tiempos que sugieren en el paquete).

Mientras se hace la pasta, preparemos la salsa. Primero, ralla los limones con un rallador fino. Cuida de no rallar la parte blanca, porque daría un sabor agrio. Reserva la ralladura.

En una sartén grande y a fuego lento derrite la mantequilla y fríe ahí los dientes de ajo. Una vez que el ajo esté dorado, retíralo y añade en su lugar la nata y la ralladura de limón, un poco de sal, y pimienta. Deja que se cocine lentamente hasta que la pasta esté lista.

Escurre la pasta, ponla en la sartén con la salsa y remueve para que se mezcle todo. Sírvelo y espolvorea con queso parmesano rallado y un par de hojitas de albahaca picaditas. ¡Ya está! No sólo sabe riquísimo, sino que además deja un olor delicioso en la cocina.

jueves, 11 de agosto de 2011

Cena en el Kuchen Kaiser

Anoche habíamos quedado para una cena informal con unos amigos, y decidimos ir al Kuchen Kaiser.


Este acogedor restaurante está convenientemente situado en la Oranienplatz, en Kreuzberg, y lleva desde 1866 sirviendo varios tipos de desayunos (incluyendo el brunch los domingos y días festivos), ensaladas, hamburguesas, flammkuchen, y una lista de platos tradicionales alemanes, además de los especiales del día. Todo lo que he tomado ahí ha sido muy bueno. Anoche pedí una flammkuchen clásica, que es una de mis debilidades por estas latitudes.


Además en este restaurante se puede degustar la cerveza Kreuzberger Molle, una pils que fabrican aquí en Berlín, en Südstern, y que tiene un sabor tan suave y natural que parece más bien un zumo de cebada.  En la foto también podéis ver un kaiser spritze, una bebida de verano a base de vino blanco, a summer drink containing white wine, flor de sáuco, lima y gaseosa.


Sin embargo, el Kuchen Kaiser recibe su fama principalmente por sus tartas (su nombre lo publicita : El emperador de las tartas). El menú incluye una selección muy amplia (yo conté más de 25 tartas y pasteles distintos) aunque normalmente no los tienen todos. Esta es una foto de la vitrina de las tartas, tomada a una hora respetablemente tarde en la noche. Es de suponer que al principio del día había más, pero una horda de personas hambrientas las fue devorando.


También puedes organizar allí una celebración, y encargar una de las tartas con antelación. Nosotros lo hicimos así para celebrar un cumpleaños hace unas semanas. Encargamos una enorme tarta Schwarzwälder (selva negra) que estaba absolutamente deliciosa. La crema era muy suave y ligera, la mermelada de cereza era casera, y en total tenía la cantidad justa de azúcar. Nos encantó, y sospecho que ahora nos hemos convertido en clientes habituales. ¡Lo recomiendo!

lunes, 8 de agosto de 2011

Vegetales, polvos y drogas

Lo confieso: a veces voy al KaDeWe sólo por el placer de pasear por su planta gourmet cotilleando todas esas delicias que exponen ahí... mmmmmm! La verdad es que mirando una comida exquisita disfruto casi tanto como comiéndola.

Hace un par de días estaba investigando la sección de especias cuando me encontré con esto:


Polvo de remolacha y polvo de espinacas. En realidad no son especias, porque no tienen ningún sabor específico, sino que más bien se usan como colorantes para pastas y otros platos. ¿No son unos colores preciosos? Se me están ocurriendo varias maldades que perpetrar con estos polvitos...

Varios pensamientos en cadena más tarde, me acordé de otro polvo vegetal: el polvo de espárragos presentado hace un par de semanas por Bubble Food, una compañía de Londres que ofrece cáterins de cocina molecular para eventos. La particularidad de este polvo es que el cliente no debe comerlo, sino  esnifarlo. Parece ser que el polvito de marras se sirve como si se tratase de cocaína, incluyendo una tarjeta, un espejo y un billete (falso) de 100 dólares.



Por otra parte, Dominique Persoone, en Bélgica, ha inventado un disparador de chocolate para esnifar cacao, lo cual parece ser que maginifca la experiencia de su sabor y su olor.



Dejando a un lado la controversia y la discusión sobre si estos son ejemplos de inocentes diseños gastronómicos o una glamourización de las drogas, yo me pregunto, ¿de dónde viene toda esta obsesión por esnifar? Claro que el aroma de un alimento es muy importante pero, ¿cuándo empezamos a comer por la nariz?

lunes, 1 de agosto de 2011

Going veggie: judías verdes con patatas y zanahorias

Hoy os traigo un plato vegetariano, sano, ligero, y muy sabroso. Los que me conocen desconfiarán en un principio, porque saben que a lo largo de los ocho años que viví con mi abuela aprendí a amar las verduras en su más sencilla expresión: al vapor y sólo con un chorrito de aceite de oliva. Pero os aseguro que esto es diferente: El Comidista ha reinventado el clásico plato de habichuelas verdes, y el resultado es tan sabroso que no tengo más remedio que compartirlo. La innovación se reduce sólo un par de tonterías, pero consigue marcar una diferencia. Hay algo en cuanto a la textura, la forma en que las verduras están cortadas, el punto de cocción, que realmente mejora el recuerdo que yo tenía de este plato. Y luego está el toque de la cebolla caramelizada... Si esto no os convence, mirad la foto, porque la presentación queda, cuando menos, llamativa.



Necesitarás:

  • 500 g de judías verdes
  • 2 patatas medianas
  • 4 zanahorias grandes
  • 1 cebolla grande
  • 1 cucharadita de azúcar moreno
  • 150 mL de vino blanco
  • 50 mL de vinagre balsámico
  • aceite de oliva y sal, para el aliño

Cómo preparar estas judías verdes con patatas y zanahorias:

Lava las patatas, ponlas en una cacerola, con piel, y cúbrelas de agua. Hierve hasta que estén tiernas. Este proceso puede llevar unos 30 minutos aproximadamente. Después, tira el agua caliente y llena la olla de agua fría. Una vez que las patatas tengan una temperatura que te permita manejarlas sin quemarte los deditos, pélalas y pártelas en trozos grandes.

Mientras se cuecen las patatas, podemos ir preparando la cebolla caramelizada (cebolla, vino, vinagre y azúcar) siguiendo las instrucciones de este post.

Una vez que tenéis las patatas cociendo y la cebolla caramelizándose, podéis empezar a lavar, pelar y cortar las judías y las zanahorias. A las judías les quitamos los dos extremos y las hebras laterales, con un peladore de verduras, y luego las cortamos en tiras finas y largas, con un cuchillo. Las zanahorias las pelamos también, y las cortamos en bastoncitos de longitud aproximadamente la mitad de las tiras de habichuelas. Todo este pelar y cortar es muy laborioso, pero no os desaniméis, os prometo que merecerá la pena.

Cocer las habichuelas y las zanahorias al vapor hasta que estén tiernas, pero no blandengues. Yo he usado mi olla rápida, y he cocinado durante 5 minutos desde que ha subido la válvula.

Llegados a este punto deberíamos tener patatas, cebolla, habichuelas y zanahorias listas. Disponemos en una fuente primero las patatas, a continuación las habichuelas, las zanahorias, y por último, la cebolla. Aliñamos con un poco de aceite de oliva y un poquito de sal, y ¡listos! Ahora sí: que disfrutéis de este estupendo plato vegetariano :)

sábado, 30 de julio de 2011

Empezando con gorgonzola

Anoche tuvimos una fiestecita en casa de un amigo, y preparamos varias cosas de picoteo. Yo contribuí con unos canapés de gorgonzola en dos versiones: unos con cebolla caramelizada y nueces, y otros con mermelada de pimientos. Los dos tuvieron bastante éxito (no quedó ninguno en el plato) así que os dejo aquí las recetas, por si algún día tenéis ganas de untar cositas en pan tostado.

Tosta con gorgonzola, cebolla caramelizada y nueces



En primer lugar, hacemos la cebolla caramelizada: Pelamos una cebolla y la cortamos en juliana. La ponemos en una sartén con un poco de aceite de oliva, la tapamos y la dejamos a fuego suave durante unos 20-25 minutos, removiendo de vez en cuando, hasta que se quede blanda y transparente. Después añadimos sal, una cucharadita rasa de azúcar moreno, 150 mL de vino blanco y 50 mL de vinagre de Módena, removemos y dejamos a fuego medio-fuerte, destapado, durante unos minutos, hasta que se haya evaporado prácticamente todo el líquido.

Por otra parte, tomamos unos 100 g de gorgonzola (yo tenía piccante, pero quizás quede mejor con gorgonzola dolce), lo ponemos en un plato y lo aplastamos con un tenedor para ablandarlo.
Tomamos unas tostas para canapés y las untamos con una capa fina de gorgonzola. Después con un tenedor cogemos unas tiritas de cebolla y las ponemos encima, formando un nido. Terminamos decorando con un par de nueces enteras.


Tosta con gorgonzola y mermelada de pimientos rojos



Para estas simplemente unté un poco de gorgonzola sobre el pan y puse encima una cucharadita de la mermelada agridulce de pimientos rojos. La combinación es colorida y deliciosa.

viernes, 29 de julio de 2011

Mermelada agridulce de pimientos rojos

Mi madre siempre está investigando y probando recetas nuevas. Ya hace tiempo que encontró esta, no sé si en internet o en uno de los muchos libros y revistas de cocina que tiene, y desde entonces ha sido casi una constante en su nevera. A mí me encanta el sabor agridulce de esta mermelada, ese color rojo tan brillante, y lo bien que combina con queso, que es una de mis debilidades. Así que he decidido que esta receta debería aparecer en este blog, sí o sí.



Necesitarás:

  • Dos pimientos muy rojos, grandes
  • Un poco menos de un vaso de vinagre de manzana
  • Un vaso de azúcar

Cómo preparar esta mermelada de pimientos rojos:

Lava los pimientos y córtalos en trozos pequeñitos. Ponlos en una cacerola, añade el vinagre y el azúcar, y remueve para mezclar bien los ingredientes.

Si trocear los pimientos te parece un rollo, piensa que también puedes usar un robot de cocina. En ese caso, rompe los pimientos en trozos, añade el vinagre y pícalo todo junto hasta que obtengas una mezcla con la textura deseada. Yo personalmente prefiero que quede con trocitos, las mermeladas que son completamente homogéneas me dan la sensación de ser más artificiales, pero es una cuestión de gustos. Después sólo tienes que llevar la mezcla a la cacerola, añadir el azúcar y remover para mezclarlo todo.

Mantén la mermelada a fuego lento durante un par de horas, removiendo de vez en cuando para evitar que se pegue al fondo. No le pongas tapadera, porque lo que queremos es que el vinagre se evapore lentamente. Para saber cuándo puedes dejar de cocinar, comprueba la consistencia de la mezcla (aunque debes tener en cuenta que la mermelada caliente es más líquida que la mermelada fría). También puedes probar un poquito, con cuidado de no quemarte, para ver si todavía sabe demasiado a vinagre. Si es así, deja que se cocine un rato más.

Como dije antes, esta mermelada combina especialmente bien con queso. Puedes usar un poco de queso de untar, por ejemplo, o con un queso de oveja viejo, como el de la foto. Pero también lo puedes untar directamente sobre el pan, mantequilla, o un poco de paté.

¡Que lo disfrutes!

jueves, 28 de julio de 2011

La ventana del Filet Stück


Para todos esos amantes de la carne, el Filet Stück puede ser una visita obligada. A medio camino entre una carnicería y un restaurante, ofrece un ambiente pintoresco para tomar un filetón. En realidad no puedo hablar de la calidad de la comida ahí, porque todavía no he ido (pero está en mi lista). Lo que me ha encantado de este sitio es la combinación de esas enormes lámparas de cristal con la vitrina para la carne cruda al fondo. Pasaba por delante de la ventana y no pude evitar pararme para hacer una foto.