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sábado, 25 de octubre de 2014

Pudín de chocolate


Lo bueno del otoño es que vuelve a apetecer quedarse cerca de los fogones (ejem, o de la vitro) y cocinar cosas ricas. Sobre todo, supongo que la ropa de invierno es más amable con los michelines, así que una puede darse más caprichos que en verano sintiendo menos culpa después.

Aunque a quién vamos a engañar: cuando se trata del chocolate (y del foie) mi mente es una experta en saltarse cualquier pensamiento que se parezca remotamente a un remordimiento.

Esta receta la encontré en lo de Smitten Kitchen y es tan fácil, tan rápida, y tiene un sabor a chocolate tan intenso, que comprar postres de chocolate en el supermercado ha dejado de ser una opción. Además no lleva huevo ni gluten.

Mi consejo: usad un chocolate de buena calidad. Es un postre a base de chocolate y leche. Si usáis un chocolate mediocre, lo notaréis en el sabor. Yo uso Lindt con al menos un 70% de cacao.


Cómo preparar el pudín de chocolate (6 raciones):

1- Pesar y poner en un cazo:
  • 30 g de maicena
  • 100 g de azúcar
  • 1/4 cucharadita de sal fina
2- Mezclar con unas varillas y añadir poco a poco
  • 700 mL de leche
removiendo bien para evitar que queden grumos.

3- Poner a fuego medio, removiendo de vez en cuando para asegurarnos de que la maicena no espesa todavía, o no se queda pegada al fondo.

4- Cuando la leche esté a punto de hervir, quitar un momento del fuego y añadir
  • 170 g de chocolate negro en trocitos
Removerlo hasta que se disuelva.

5- Volver a llevar al fuego, esta vez suave, removiendo continuamente, hasta que espese.

6- Retirar del fuego, añadir
  • 5 mL de licor de naranja (o de extracto de vainilla, o de algún otro licor, es para dar aroma extra)
y mezclar rápidamente con las varillas.

7- Servir en vasitos, o en un cuenco grande. Tapar con film transparente y meter al frigorífico durante al menos 4 horas hasta que se enfríe completamente.


domingo, 19 de octubre de 2014

De vuelta - Cena en Ula Berlín

¡Hola Cibermundo!

Hace más de un año desde mi última publicación en el blog, y lo echo de menos. No encuentro el momento para escribir, casi apenas para cocinar, pero cuando sucede sigo haciendo fotos (fotografiar comida es adictivo, encuentro). He decidido intentar un formato de publicación que requiera un esfuerzo mínimo, porque me gustaría mantener vivo este cuaderno de cocina. Será a partir del próximo post. A ver qué tal me sale.

Ahora es cuando me justifico por mi ausencia: Este año ha sido intensísimo, lleno de cambios, una locura.

Terminé el máster y me mudé a Londres inmediatamente por un trabajo, dejando al Toledano en Berlín hasta que pudiera reunirse conmigo. Una vez que me había asentado tanto en la ciudad como en la oficina, apenas comenzado el 2014, me di cuenta de que tenía que volver a mudarme a Berlín. Así que empecé a buscar trabajo para la vuelta a la vez que intentaba sobrevivir al ritmo de vida de la desquiciada Londres. Casi lo conseguí dos veces.

En junio me lié la manta a la cabeza y abandoné la isla. Organicé una boda exprés (que ya hemos celebrado tres veces). Me sumergí en el proceso de reinventarme de nuevo. Quien dijo eso de "Reinventarse o morir" olvidó añadir "en el intento". Y mientras busco mi lugar profesional en esta ciudad, también participo en algún proyecto interesante.

Así que aquí me tenéis, toda una Frau Dr Hausfrau, MBA de derecho, feliz, y con una agenda tan apretada que sospecho me han debido nombrar CEO de los desempleados berlineses.

Como buena CEO de vez en cuando me gusta cenar en un restaurante de los de puturrú. Y lo que hoy os quería contar para reinaugurar el blog, es que la semana pasada estrenamos uno de los regalos de boda: una cena estupendérrima en el restaurante Ula Berlín. Me habían pedido reportaje fotográfico del menú. Y no es sin gran esfuerzo y tesón por mi parte que aquí os lo traigo.

Esfuerzo y tesón porque cuando veía el plato tenía que frenar el impulso de abalanzarme sobre él. Cuando estuvimos en Tailandia no conseguí fotografiar casi ningún plato intacto. Anoche me superé. Supongo que estoy madurando y tal.


En el Ula se cena en una atmósfera sobria pero cálida, en la intimidad de una luz muy tenue. Los platos son comida japonesa elaborada pero moderna. Ofrecen también una amplia selección de sakes. Nosotros tomamos el menú degustación, que os detallo a continuación. Adjunto fotos en luz íntima y bajo flash desgarrador para que os hagáis la mejor idea posible de lo que fue la cena.

1- Sake con entrante de... he olvidado qué era, pero por la foto parece bambú.


2- Rollitos de pollo rellenos de gobo, gambita con verduras en gelatina Ponzu, y sashimi de atún.


3- Sopa de miso blanco con salmón a la plancha.


4- Ensalada de algas con sésamo y gamba frita.


5- Nigiri de atún toro y de dorada ligeramentes cocinados al vapor. Nigiri de foie gras francés.


6- Atún ligeramente asado al aroma de sésamo con salsa de miso y balsámico y puré de patatas con wasabi.


7- Tarta de queso y té verde con ensalada de frutas frescas al Umeshu. Fondant de chocolate con salsa de frutos rojos y helado de coco.



Como podéis comprobar, fue un banquete por todo lo alto, ante el que sólo puedo decir Arigatoo Gozaimasu!!!