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viernes, 12 de agosto de 2011

Pasta al limone

Pasta, pasta!

Me encanta la pasta, pero estoy cansada de preparar siempre la misma bolognese una y otra vez, y me niego a usar una de esas salsas envasadas que se compran en el supermercado. Así que he decidido ponerme a experimentar nuevas recetas. Para esta noche he elegido la pasta al limone porque nunca antes he probado nada así, pero también y sobre todo porque me encantan los cítricos. He seguido la receta de mi amiga Gata Vagabunda y he quedado muy contenta con el resultado. Es una receta muy simple y el resultado es sorprendente (al menos para mí lo fue). Así que os sugiero que la probéis alguna vez. Aquí va.



Qué necesitas para dos raciones:

  • 250 g de pasta larga como espaguetis, preferiblemente gorditos. Yo he usado bavette n. 13.
  • un poco de mantequilla
  • 2 dientes de ajo, pelados pero enteros
  • 2 limones grandes, los más frescos que encuentres
  • 200 mL nata
  • queso parmesano
  • sal y pimienta
  • albahaca

Cómo preparar esta Pasta al Limone:

Llena una olla con aga salada y ponla a hervir. Cuece ahí la pasta hasta que esté al dente (puedes orientarte con los tiempos que sugieren en el paquete).

Mientras se hace la pasta, preparemos la salsa. Primero, ralla los limones con un rallador fino. Cuida de no rallar la parte blanca, porque daría un sabor agrio. Reserva la ralladura.

En una sartén grande y a fuego lento derrite la mantequilla y fríe ahí los dientes de ajo. Una vez que el ajo esté dorado, retíralo y añade en su lugar la nata y la ralladura de limón, un poco de sal, y pimienta. Deja que se cocine lentamente hasta que la pasta esté lista.

Escurre la pasta, ponla en la sartén con la salsa y remueve para que se mezcle todo. Sírvelo y espolvorea con queso parmesano rallado y un par de hojitas de albahaca picaditas. ¡Ya está! No sólo sabe riquísimo, sino que además deja un olor delicioso en la cocina.

jueves, 11 de agosto de 2011

Cena en el Kuchen Kaiser

Anoche habíamos quedado para una cena informal con unos amigos, y decidimos ir al Kuchen Kaiser.


Este acogedor restaurante está convenientemente situado en la Oranienplatz, en Kreuzberg, y lleva desde 1866 sirviendo varios tipos de desayunos (incluyendo el brunch los domingos y días festivos), ensaladas, hamburguesas, flammkuchen, y una lista de platos tradicionales alemanes, además de los especiales del día. Todo lo que he tomado ahí ha sido muy bueno. Anoche pedí una flammkuchen clásica, que es una de mis debilidades por estas latitudes.


Además en este restaurante se puede degustar la cerveza Kreuzberger Molle, una pils que fabrican aquí en Berlín, en Südstern, y que tiene un sabor tan suave y natural que parece más bien un zumo de cebada.  En la foto también podéis ver un kaiser spritze, una bebida de verano a base de vino blanco, a summer drink containing white wine, flor de sáuco, lima y gaseosa.


Sin embargo, el Kuchen Kaiser recibe su fama principalmente por sus tartas (su nombre lo publicita : El emperador de las tartas). El menú incluye una selección muy amplia (yo conté más de 25 tartas y pasteles distintos) aunque normalmente no los tienen todos. Esta es una foto de la vitrina de las tartas, tomada a una hora respetablemente tarde en la noche. Es de suponer que al principio del día había más, pero una horda de personas hambrientas las fue devorando.


También puedes organizar allí una celebración, y encargar una de las tartas con antelación. Nosotros lo hicimos así para celebrar un cumpleaños hace unas semanas. Encargamos una enorme tarta Schwarzwälder (selva negra) que estaba absolutamente deliciosa. La crema era muy suave y ligera, la mermelada de cereza era casera, y en total tenía la cantidad justa de azúcar. Nos encantó, y sospecho que ahora nos hemos convertido en clientes habituales. ¡Lo recomiendo!

lunes, 8 de agosto de 2011

Vegetales, polvos y drogas

Lo confieso: a veces voy al KaDeWe sólo por el placer de pasear por su planta gourmet cotilleando todas esas delicias que exponen ahí... mmmmmm! La verdad es que mirando una comida exquisita disfruto casi tanto como comiéndola.

Hace un par de días estaba investigando la sección de especias cuando me encontré con esto:


Polvo de remolacha y polvo de espinacas. En realidad no son especias, porque no tienen ningún sabor específico, sino que más bien se usan como colorantes para pastas y otros platos. ¿No son unos colores preciosos? Se me están ocurriendo varias maldades que perpetrar con estos polvitos...

Varios pensamientos en cadena más tarde, me acordé de otro polvo vegetal: el polvo de espárragos presentado hace un par de semanas por Bubble Food, una compañía de Londres que ofrece cáterins de cocina molecular para eventos. La particularidad de este polvo es que el cliente no debe comerlo, sino  esnifarlo. Parece ser que el polvito de marras se sirve como si se tratase de cocaína, incluyendo una tarjeta, un espejo y un billete (falso) de 100 dólares.



Por otra parte, Dominique Persoone, en Bélgica, ha inventado un disparador de chocolate para esnifar cacao, lo cual parece ser que maginifca la experiencia de su sabor y su olor.



Dejando a un lado la controversia y la discusión sobre si estos son ejemplos de inocentes diseños gastronómicos o una glamourización de las drogas, yo me pregunto, ¿de dónde viene toda esta obsesión por esnifar? Claro que el aroma de un alimento es muy importante pero, ¿cuándo empezamos a comer por la nariz?

lunes, 1 de agosto de 2011

Going veggie: judías verdes con patatas y zanahorias

Hoy os traigo un plato vegetariano, sano, ligero, y muy sabroso. Los que me conocen desconfiarán en un principio, porque saben que a lo largo de los ocho años que viví con mi abuela aprendí a amar las verduras en su más sencilla expresión: al vapor y sólo con un chorrito de aceite de oliva. Pero os aseguro que esto es diferente: El Comidista ha reinventado el clásico plato de habichuelas verdes, y el resultado es tan sabroso que no tengo más remedio que compartirlo. La innovación se reduce sólo un par de tonterías, pero consigue marcar una diferencia. Hay algo en cuanto a la textura, la forma en que las verduras están cortadas, el punto de cocción, que realmente mejora el recuerdo que yo tenía de este plato. Y luego está el toque de la cebolla caramelizada... Si esto no os convence, mirad la foto, porque la presentación queda, cuando menos, llamativa.



Necesitarás:

  • 500 g de judías verdes
  • 2 patatas medianas
  • 4 zanahorias grandes
  • 1 cebolla grande
  • 1 cucharadita de azúcar moreno
  • 150 mL de vino blanco
  • 50 mL de vinagre balsámico
  • aceite de oliva y sal, para el aliño

Cómo preparar estas judías verdes con patatas y zanahorias:

Lava las patatas, ponlas en una cacerola, con piel, y cúbrelas de agua. Hierve hasta que estén tiernas. Este proceso puede llevar unos 30 minutos aproximadamente. Después, tira el agua caliente y llena la olla de agua fría. Una vez que las patatas tengan una temperatura que te permita manejarlas sin quemarte los deditos, pélalas y pártelas en trozos grandes.

Mientras se cuecen las patatas, podemos ir preparando la cebolla caramelizada (cebolla, vino, vinagre y azúcar) siguiendo las instrucciones de este post.

Una vez que tenéis las patatas cociendo y la cebolla caramelizándose, podéis empezar a lavar, pelar y cortar las judías y las zanahorias. A las judías les quitamos los dos extremos y las hebras laterales, con un peladore de verduras, y luego las cortamos en tiras finas y largas, con un cuchillo. Las zanahorias las pelamos también, y las cortamos en bastoncitos de longitud aproximadamente la mitad de las tiras de habichuelas. Todo este pelar y cortar es muy laborioso, pero no os desaniméis, os prometo que merecerá la pena.

Cocer las habichuelas y las zanahorias al vapor hasta que estén tiernas, pero no blandengues. Yo he usado mi olla rápida, y he cocinado durante 5 minutos desde que ha subido la válvula.

Llegados a este punto deberíamos tener patatas, cebolla, habichuelas y zanahorias listas. Disponemos en una fuente primero las patatas, a continuación las habichuelas, las zanahorias, y por último, la cebolla. Aliñamos con un poco de aceite de oliva y un poquito de sal, y ¡listos! Ahora sí: que disfrutéis de este estupendo plato vegetariano :)