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martes, 29 de mayo de 2012

Declaración de intenciones

Nos invita Biscayenne a manifestarnos contra el monismo en los blogs: contra las estéticas excesivamente cuidadas, las imágenes demasiado perfectas, porque transmiten una sensación de irrealidad que nos hace acabar desconectando la fachada fantástica que es el blog de la persona real que hay detrás. Y no sé vosotros, pero a mí lo que me gusta es relacionarme con personas, no con máscaras.

Además sucede como cuando uno se dedica a mirar revistas de moda: las expectativas se vuelven tan altas, los objetivos tan inalcanzables, que al final nunca estamos contentos ni satisfechos con nosotros mismos.

No creo que mi blog sufra precisamente de este problema: mis recetas no son demasiado originales, ni mis fotos profesionales, ni publico con mucha frecuencia, ni tengo montones de lectores. Pero me identifico con la causa. Y ya sabéis que me apunto a un bombardeo. Así que aprovecho para hacer una declaración de mis intenciones con este blog, y confieso ahora algunas #cosasquemedamiedocontar.


Imagen creada por Biscayenne


  • Este blog lo hago para mí. Siempre me ha gustado cocinar, pero nunca le había dedicado suficiente tiempo. Ahora me he propuesto aprender y ampliar mi recetario, y este blog es mi cuaderno de laboratorio. Yo misma lo uso como referencia cuando quiero repetir una receta que me gustó, o cuando estoy fuera de casa (internet, qué maravilla).

  • No pretendo dar lecciones ni ser maestra de nadie. Comparto mis experiencias principalmente por tres motivos:
    1- Tengo un cierto espíritu exhibicionista. Soy una persona muy abierta, y ya antes tenía blogs personales. Ahora cuento un poco menos de mi vida y un poco más de mi cocina, que no deja de ser una parte importante de mi vida.
    2- Quiero pensar que a alguien le puede resultar interesante leer recetas que estén explicadas al nivel de otro alguien que está aprendiendo.
    3- Soy vanidosa: cuando cocino algo y me queda bonito, me gusta enseñarlo y que me digan lo bien que lo he hecho. Me gusta que me lo digan cuando hago las cosas bien. Porque hay muchas otras que no hago bien, y que me frustran.

  • Cuando me reincorporé al mundo de los blogs culinarios (tengo otro con unas amigas desde hace tiempo, pero casi nunca publicamos) sentí una enorme presión al ver la cantidad de blogs de este tipo que se escriben actualmente en castellano, la altísima frecuencia de publicación, el nivel de profesionalidad de las fotos. Me sentí pequeñita, insignificante, y pensé que nunca podría hacerme un hueco. Como mi blog es una afición y lo hago para disfrutar, decidí eliminar toda la presión de raíz. Cocino lo que me gusta, cuando me apetece, y lo publico sólo cuando me parece que me ha quedado medianamente bien. Participo en las redes sociales cuando tengo tiempo y ganas. Y me da igual tener pocos lectores por este motivo.

  • Me gustan las fotos bonitas. Siempre me ha gustado la fotografía, pero nunca he aprendido de verdad. Ahora el blog me sirve como excusa para ir aprendiendo poco a poco. Tengo una cámara buena, pero no profesional, y no me voy a gastar más dinero en eso. Intento hacer las fotos lo mejor que puedo, pero la mayoría de las veces no tengo suficiente luz natural, porque lo que cocino casi siempre lo comemos en la cena. Así que a veces las fotos son un churro. Otras veces nos comemos el plato antes de hacer las fotos. Somos unos tragones. Es lo que hay.

  • Sigo muchos blogs de cocina por ver si me dan ideas, pero sólo leo algunos: los pocos que me parece que hacen cocina de verdad, sin tonterías.

  • Casi nunca comento en otros blogs. Suelo tener poco tiempo, pero sobre todo es porque los comentarios en los blogs de cocina me aburren sobremanera. La conversación en este ámbito suele ser estanca: alguien dice "qué buena pinta" o "qué rico", tú dices "gracias", y ahí acabó todo. Eso no es una conversación: eso es peloteo. Además no todo lo que veo en otros blogs me gusta o me llama la atención. A veces surgen dudas sobre el procedimiento, o sobre algún ingrediente, y entonces puede haber un poco de conversación constructiva, pero en la gran mayoría de los casos es insulsa. Esto no pasaba tanto con los blogs personales: ahí se conocía gente e incluso se hacían amigos. Llevo tiempo dándole vueltas a este tema, pero de momento no he encontrado ninguna solución.

  • Mi vida es guay. Vivo en la que posiblemente sea la ciudad más excitante y a la vez agradable de Europa. Tengo un novio que me quiere muchísimo, y montones de amigos a cada cual más interesante. Y siempre se comen todo lo que cocino sin rechistar, haya quedado como haya quedado. Eso no quiere decir que no sufra por estar lejos de mi familia, que no eche de menos a mis amigos de España, o que no lo pase mal peleándome cada día con este idioma endemoniado. Pero cuando hago el balance intento que el resultado sea positivo. Ser optimista cuando escribo el blog me ayuda en este sentido.

  • De formación soy investigadora en química teórica. De hecho fue la investigación lo que me trajo a Berlín. En diciembre decidí que ya era suficiente, que había llegado el momento de cambiar, de hacer otra cosa, y ahora estoy intentando abrirme camino en otro ámbito. Pero es extremadamente difícil y muy frustrante. Casi siempre me paso el día sola en casa, ocupada en mi búsqueda de trabajo y con las labores del hogar, y esto puede llegar a resultar muy triste. Probablemente soy el ama de casa con más formación de mi barrio. A veces incluso me siento culpable, si pienso en la cantidad de dinero que las instituciones han invertido en mí, y que ahora no estoy aprovechando. Cocinar me sirve para compensar mi frustración laboral.

  • Citando a Franco Battiato, No soporto ciertas modas: las tartas cubiertas de capas y capas de crema, el abuso de colorantes en la comida, los platos hipercalóricos propuestos día sí y otro también. Intento que mi comida sepa a natural y que el contenido calórico sea razonable (aunque a veces haga algún exceso puntual) sobre todo porque me la como yo. Y me preocupa comer sano. No ya por engordar o no, sino por mantener mis venitas libres de obstrucciones, por ejemplo.

Y en resumen éstas, más o menos, son mis intenciones con el blog: disfrutar, aprender, y conocer algunas personas con las que compartir esta afición. Me alegro mucho de tener mi reducido grupo de lectores, pero mi vida no gira en torno a este blog. Más bien al contrario: este blog gira en torno a mi día a día. Y espero que esta fachada pintada de colorines sea suficientemente transparente como para poder ver la persona que hay detrás.

Estoy emotiva: ¡Besos a todos!

sábado, 19 de mayo de 2012

Tarta de manzanas y arándanos


Tres pensamientos desconectados:
  • Me encantan las tartas de frutas. Sin duda lo mejor de trabajar en el Fritz era la boulangerie francesa que teníamos al lado, a donde íbamos muchas tardes a merendar, y donde encargábamos las tartas para las despedidas. Aux Délices Normands queda un poco a trasmano (Ihnestraße 29, 14195 Berlin, U3 Oskar-Helene-Heim o U3 Thielplatz) pero todo lo que hacen allí es excelente. Si algún día estáis por Dahlem, os recomiendo que hagáis una paradita allí. De hecho, Dahlem en verano es muy bonito, merece la pena darse un paseo.
  • Lo confieso: casi siempre que cocino creativamente elijo los ingredientes por sus colores. El amarillo tostado de las manzanas con el rojo morado de los arándanos al salir del horno es una combinación espectacular.
  • Nunca había comido arándanos y frambuesas frescos hasta venir a Alemania. Y ahora los que traen al súper vienen de Huelva. Hay veces que no entiendo el mundo moderno.

Ingredientes: 

Para la masa:
  • 125 g harina de trigo
  • 25 g de harina fina de maíz
  • 75 g mantequilla sin sal, fría, cortada en daditos
  • 75 g azúcar glas
  • media cucharadita de levadura química
  • una pizca de sal
  • 1 huevo
Para la crema pastelera:
  • 160 mL leche
  • 60 g azúcar
  • 2 yemas de huevo
  • 15 g harina
  • Ralladura de 1 limón 
Para la cobertura de frutas:
  • 2 manzanas pequeñas
  • 100 g de arándanos
  • azúcar morena
  • mantequilla

Cómo preparar esta tarta de manzanas y arándanos:

1- Preparar media ración de masa flora, como se explica en la receta de la tarta de fresas.

2- Hacer un poco de crema pastelera, también como en la receta de la tarta de fresas.

3- Preparar la fruta. Pelar las manzanas y cortarlas primero en cascos y luego en láminas. Lavar y escurrir los arándanos.

4- Montar la tarta.

Forrar un molde con la masa, pincharla con un tenedor y pintarla con el medio huevo batido que teníamos reservado.

Repartir sobre la masa la crema pastelera.

Cubrir con las láminas de manzana. Espolvorear con azúcar morena y luego poner unos rulitos de mantequilla. Repartir los arándanos.

5- Hornear a 180 ºC, horno arriba y abajo, durante unos 30-40 minutos.


sábado, 12 de mayo de 2012

Magdalenas sin tonterías

 
Estoy emocionada. Hoy he tenido uno de los desayunos más felices (gastronómicamente hablando) desde que vine a vivir a Berlín. Hoy he hecho magdalenas, de las de verdad, de las que no son grasientas, suben mucho, y son perfectas para mojar en el café. Las he hecho en un momento, sin ingredientes raros y sin técnicas complicadas. Y estaban (nótese el verbo en tiempo pasado) de rechupete.

Uno de los dramas gastronómicos para un español cuando viene a vivir a Alemania es que aquí no hay magdalenas. Es relativamente fácil encontrar muffins, que también están ricos, pero llevan muchísima grasa y se me hacen muy pesados al digerirlos. En algunas grandes superficies (en Kaufland, por ejemplo) venden magdalenas españolas, comerciales por supuesto, y tampoco de mucha calidad. Así que una de mis cruzadas personales ha sido intentar preparar mis propias magdalenas. Y hoy por fin, gracias a Biscayenne y su buen criterio repostero, puedo decir que lo he conseguido.


Por la red y en los libros de cocina de moda circulan montones de recetas de magdalenas, y no voy a decir que las he probado todas, pero sí muchas de ellas. La mayoría tienen un contenido en aceite muy superior al de ésta, y para colmo vienen adornadas de complicados procesos de preparación: que si pesa la cantidad de huevo y ajusta el resto de ingredientes proporcionalmente, que si calienta el horno a una temperatura pero a mitad de cocción bájala a otra, que si remueve en forma de ochos mientras cantas una copla... Yo seguía todos los consejos de preparación, y aún así, el ansiado copete no aparecía. Acabé por convencerme de que para preparar unas magdalenas de las de toda la vida había que tener una destreza digna de los más afamados reposteros.

Pero hoy han caído los mitos. A partir de hoy se acabaron las frustraciones magdaleniles. Preparar unas magdalenas tan estupendas como éstas es cuestión de minutos (unos 10 de preparación más 20 de horneado) y si yo he podido, vosotros también podéis. Queridos compañeros exiliados: ¡desayunar magdalenas vuelve a ser posible!



Ingredientes (para unas 10 magdalenas):
  • 225 g de harina
  • 75 g de azúcar (Edito: ahora pongo 70 g de azúcar moreno y 50 g de azúcar blanca)
  • 9 g de levadura química
  • una pizca de sal
  • 1 huevo
  • 175 mL de leche
  • 90 mL de aceite
  • 1 sobre de azúcar vainillada (opcional)


Cómo preparar estas estupendas magdalenas sin tonterías:

En una fuente honda, tamizar la harina y mezclarla con el azúcar, la levadura y la sal.

En otro recipiente batir el huevo con la leche. Incorporar después el aceite. Si queréis, podéis añadir un poco de azúcar vainillada o extracto de vainilla, o ralladura de limón, para aromatizar.

Añadir la mezcla de líquidos sobre los elementos secos, poco a poco y mezclando bien. Repartir en los moldes, llenándolos hasta tres cuartas partes de su capacidad, y espolvorear un poco de azúcar sobre cada uno de ellos. Hornear a 200 ºC (el horno encendido arriba y abajo) durante unos 15 ó 20 minutos, hasta que las magdalenas estén doradas y al introducir un palito éste salga seco.

¡A mojar!


viernes, 4 de mayo de 2012

Quiche de espárragos y fresas


Sabía que llevaba mucho tiempo sin publicar nada, pero ahora que abro el blog me doy cuenta de que hace todo un mes desde la última entrada. Esto de buscar trabajo es un trabajo en sí mismo... Se me pasan los días volando entre escribir Bewerbungen, investigar webs alemanas y demás. Y sí, lo reconozco, también han sido muchos días de fiesta, y la primavera-verano, que por fin ha llegado a Berlín. Empieza esa temporada en que quedarse en casa un día de sol es un pecado, y oyes la llamada de los parques, los lagos, los Biergarten. Ha llegado el tiempo de sacar la bicicleta para dar largos paseos, de correr junto al canal, de hacer picnics y barbacoas al aire libre, de aprovechar cada rayo de sol. Y yo soy muy cumplidora :)

De todas formas algo he estado cocinando, sí. Experimentando, mejor dicho (galletas, postres de limón, pan de molde, kibbeh de lentejas, parmigiana, kouign amann entre otros) pero o no salieron suficientemente bien como para publicar la receta, o era de noche y la foto quedó un churro. Por unas o por otras, comer hemos comido mucho, pero publicar no hemos publicado nada. Hasta hoy.

He hecho una quiche con espárragos y fresas. Una combinación poco habitual. Yo por lo menos no la había visto nunca, hasta el otro día en que leyendo por internet la carta de un restaurante vi que ofrecían espárragos a la plancha con fresas. Después, haciendo la quiche, estaba buscando un ingrediente rojo que añadir para darle un poco de color, me vinieron las fresas a la cabeza y decidí probar. La verdad es que he quedado bastante contenta: por supuesto las fresas combinan perfectamente con la nata y la masa quebrada, pero además añaden un toque ligeramente ácido y dulce que contrasta muy bien con los espárragos. A ver qué os parece a vosotros.



Ingredientes:

Para la masa quebrada:
  • 300 g de harina
  • 130 g de mantequilla
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de levadura química
  • 70 g de agua
Para el relleno:
  • 1 cebolla
  • 200 g de nata líquida
  • 3 huevos
  • 500 g de espárragos verdes (un manojo)
  • 150 g de fresas
  • 150 g de champiñones (opcional)
  • sal
  • pimienta
  • aceite de oliva

Cómo preparar esta quiche de espárragos y fresas:

1- Mezclar la harina con la sal y la levadura en una fuente. Incorporar la mantequilla y mezclar con las manos. Quedará una textura granulosa, inconsistente. Añadimos entonces el agua y mezclamos rápidamente, para formar una masa. Cubrimos y dejamos reposar en el frigorífico durante una media hora.

2- Mientras tanto, ponemos una olla de agua a hervir. Lavamos los espárragos, cortamos la base del tallo que está dura, y los cocemos en el agua hirviendo durante unos 3 minutos. Escurrimos, dejamos enfriar un poco, y los cortamos en trozos. Reservamos.

3- Picamos la cebolla y la sofreímos en una sartén grande con un par de cucharadas de aceite. Cuando esté transparente, añadimos los champiñones, ya lavados y cortados en trozos grandes. Salteamos durante unos minutos, hasta que los champiñones estén ligeramente tiernos.

4- Añadimos a la sartén los espárragos (excepto las puntas, que las reservamos para decorar la quiche), salteamos durante un minuto y apagamos el fuego. Salpimentamos, añadimos la nata, los huevos batidos, y removemos para mezclarlo todo bien.

5- Sacamos la masa del frigorífico y la extendemos con un rodillo, ayudándonos con un poco de aceite. Forramos con ella un molde y pinchamos la base con un tenedor.

6- Vertemos sobre la masa el relleno de la quiche, repartiéndolo bien. Decoramos con las puntas de los espárragos y las fresas, lavadas y cortadas por la mitad.

7- Horneamos a 180 ºC (sólo el fuego de abajo) durante unos 30 minutos, hasta que la quiche está cocida por el centro.

8- Servimos templada o fría, preferiblemente en la terraza acompañada de una cerveza fresquita.