Páginas

sábado, 16 de febrero de 2013

Papas a la riojana por San Valentín


Ya está, otro año más llegó San Valentín, otra vez corazoncitos rosas por todas partes. Y en principio no tengo nada en contra del rosa, ni de los corazoncitos, que cada uno los ponga donde quiera, pero no en mi comida. Tonterías, las justas. Porque no necesito que sea una fecha especial para cocinar por amor, eso ya lo hago habitualmente. Y porque si de verdad quiero demostrarle que le quiero, yo a mi churri no le preparo un pastel rosa en forma de corazón, sino unas patatas a la riojana, que llevan el auténtico color de la pasión: rojo chorizo.

Así que ésta es mi versión particular berlinesa, lo que por estos lares podríamos llamar Kartoffelsuppe mit Paprikawurst. Calentito y colorido, contrastando con este gélido gris mes de febrero.

Para dos personas:

Primero he preparado un sofrito con:

  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 1 pimiento
  • 1 pimientito piri-piri (o una guindilla picante)
  • aceite
  • sal


Cuando las verduras están tiernas añado:

  • 1 chorizo (o un trozo, depende de cómo sea de grande)
  • 600 g de patatas, peladas y partidas en trozos medianos
  • 1 cucharadita de pimentón molido
  • una hoja de laurel


Cubro con agua y cuezo en la olla rápida durante 15 minutos (una vez que ha subido la válvula) o unos 40 minutos a fuego medio en una cacerola normal.


lunes, 4 de febrero de 2013

Las albóndigas definitivas


Desde hace años me persigue la obsesión de preparar unos espaguetti con salsa de tomate y albóndigas. ¿Y eso por qué? Pues no tengo ni idea. ¿Será porque es lo que comen todos los italianos en las series de mafiosos de EEUU? ¿Será por motivos religiosos?* ¿Será porque mi compañero Rafapa me contó una historia sobre unos espaguetti con albóndigas que hacía su abuela y que estaban de muerte?** Pues pensándolo detenidamente, me parece que en realidad esta fijación obedece al mismo motivo por el que cuando era científica me gustaba tanto estudiar los iones hidratados (y no tanto otro tipo de sistemas): simplemente porque sí.

La cuestión es que empecé a hacer pruebas en mi cocina sevillana, por aquella época en que si echaba una patata a cocer en agua me ponía a contarle las esferas de solvatación. Partí de la receta de albóndigas en tomate que se ha comido siempre en casa de mi madre, e implementé todas las variaciones que se me fueron ocurriendo. Que tampoco eran tantas, porque al fin y al cabo se trataba de hacer albóndigas en tomate.

Hasta que la última vez, al morder esta albóndiga, al probar esta salsa, solté un "¡Eureka!" al más puro estilo del profesor Bacterio. Y entonces lo supe: mis días como desarrolladora de albóndigas en tomate habían terminado. Ya está, ya la tengo: la receta definitiva de albóndigas en salsa para pasta.

Si mis amigos italianos ven esta receta, aclaro: Ya sé que cosas con pasta no es comida italiana. Pero esto está muy rico, que conste.

Total, que he puesto en una fuente:
  • 1 kg de carne picada, mezcla de ternera y cordero (la compré en el turco, así que nada de cerdo)
  • 2 dientes de ajo, picados muy finamente
  • 50 g de parmesano rallado
  • 200 g de nata líquida
  • 2 huevos
  • 3 cucharadas de semolina (se puede poner pan rallado)
  • sal
  • pimienta
  • perejil picado
Lo he mezclado todo muy bien, con las manos, y después he hecho bolitas del tamaño de una nuez (a mí me han salido 58).

Ahora preparo la salsa. En una olla he puesto:
  • 1 cebolla grande, picada muy fina
  • 1 pimiento, también picado muy fino
  • un poco de aceite de oliva
y he hecho un sofrito. Sobre esto he añadido
  • 1 L de tomate triturado
  • 1 cucharada de azúcar
  • un poco de agua
  • orégano y tomillo
y lo pongo todo a fuego medio. Cuando está caliente y haciendo "chop chop" de esa forma maravillosa que hace el tomate al freírse, voy echando las albóndigas en la olla, de una en una, despacito para que el tomate no se enfríe, y moviendo la olla suavemente, sujetándola por las asas y haciéndola girar sin levantarla del fuego, para que las albóndigas vayan encontrando su lugar, se vayan acomodando en la salsa.*** Entonces dejo la olla a medio tapar y a fuego lento un buen rato (al menos media hora) hasta que las albóndigas estén cocidas por dentro.

La carne ha quedado muy suave, y la salsa, ¡ah, la salsa! es un tomate frito, enriquecido con el juguito que han soltado las albóndigas, de carne y nata, sabrosísima, una delicia. Ahora ya sólo tengo que cocer la pasta. 

Aparto primero la ración de salsa y albóndigas que voy a usar (no nos vamos a comer el kilo de albóndigas de una tacada, ¿no? ¿O sí?). Saco las albóndigas a un plato. Pongo la pasta ya cocida (he usado bavette) en la olla con la salsa, y remuevo para que se mezcle bien. Sirvo en los platos, y reparto las albóndigas por encima.

Ñam ñam. Esta versión se queda en el menú habitual de casa.




* No, por motivos religiosos no es, que yo sólo rindo cuentas a la tortilla de patatas.
** La probabilidad de que esa historia sea fruto de mi imaginación es bastante alta. Lo de que fueran espaguetti con albóndigas, quiero decir. La parte de que la comida que preparaba la abuela de Rafapa era una maravilla, ésa no me la he inventado.
*** Venga, vale, os cuento toda la verdad: en mi olla no cupieron todas las albóndigas. Sólo cocí unas 40. Si queréis cocinar el kilo entero, probablemente tendréis que preparar más salsa.