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domingo, 16 de junio de 2013

Revani - dulce griego de semolina

El revani o ravani es un dulce típico de Grecia y de Turquía. Lo probé el año pasado en Creta y me encantó, porque es uno de esos dulces tradicionales, sin tonterías, y a pesar de que va borracho, no resulta empalagoso, ya que la masa en sí casi no lleva azúcar. Se merienda fresquito en un día de calor y es como tomarse un trocito de sol de verano, no del sol de medio día, sino del de final de la tarde, que ya no quema pero te saca una sonrisa.

Un revani dorado y reluciente como el sol.

Estaba yo pensando en Grecia, en lo buenísimo de su gastronomía, en lo bellísimo de sus paisajes, en lo simpáticos que son los griegos y en la situación económica y política tan difícil que están pasando. Y como Grecia y los griegos me caen bien, así en general, he hecho este revani como homenaje. A ellos y a mis comensales, que no han dejado ni una miga.

La receta es una mezcla entre varias que he leído por la web. Como pasa con cualquier plato tradicional, en cada casa se hace de una manera. A veces le ponen yogur, a veces no, a veces va sin huevo (aunque esto no me queda claro si es una opción real o una errata). Bueno, por mi parte, si la elección está entre poner yogur o no, por supuesto la respuesta es: yogur, y del griego, claro.

Con estas cantidades sale mucho revani, porque aunque parece un bizcocho es más pesado. Aquí a cuatro glotones nos ha dado para desayunar tres días. Así que quizás os interese hacer sólo la mitad. En cualquier caso, es rápido, fácil, y da muy buen resultado. Porque los dulces de toda la vida tienen un rinconcito ganado en el corazón de cualquier persona que aprecie la comida, y ese lugar no lo van a perder nunca.

Así es la miga del revani: gruesa pero esponjosa.


Ingredientes (para muchas raciones):

Para la tarta:

  • 225 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
  • 230 g de azúcar
  • 6 huevos
  • 450 mL de yogur
  • 260 g de semolina de trigo
  • 140 g de harina de trigo
  • 1 sobre de levadura química
  • la ralladura de un limón
Para el sirope:
  • 2 tazas de azúcar
  • 2 tazas de agua
  • 1 cucharada grande de miel
  • 1 rama de canela
  • el zumo de medio limón


Preparación:

Para la tarta:

  1. Poner en un bol la mantequilla y el azúcar, y mezclar bien con la batidora de mano.
  2. Incorporar los huevos, y después el yogur y la ralladura de limón.
  3. Añadir por último la semolina, la harina y la levadura, y batir hasta que esté todo bien mezclado.
  4. Verter a un molde de cremallera bien engrasado y hornear a 180 ºC (horno arriba y abajo) durante unos 30 minutos, hasta que al pinchar en el centro con un palito éste salga limpio. Cuidar también que no se queme por arriba; si vemos que se dora demasiado, lo cubrimos con papel de aluminio.
  5. Sacar del horno y dejar enfriar.
Para el sirope:
  1. Ponemos el azúcar, la miel y el agua en un cazo y removemos. Ponemos también la rama de canela, y llevamos a ebullición. Dejamos hervir durante unos 10 minutos y después retiramos del fuego.
  2. Echamos el zumo de limón en el cazo y lo mezclamos bien.
  3. Colamos el almíbar a un bol y lo dejamos enfriar en la nevera.
Montaje:
  1. Una vez que la tarta está fría, la desmoldamos y la cortamos en rombos con un cuchillo afilado.
  2. Si el sirope está frío ya, empezamos a verterlo sobre la tarta, a cucharadas y repartiéndolo bien por toda la masa.
  3. Guardamos la tarta en el frigorífico y servimos así, fresquita.

domingo, 2 de junio de 2013

Espárragos a la Parisina (o algo así)


En Berlín la ubicuidad de espárragos blancos alemanes anuncia la llegada del verano. Aunque luego una se asoma a la ventana y se lleva la impresión de que esto es Mordor, que hay una densa capa de ceniza cubriendo el cielo, y que no habrá ni verano, ni sol, ni un nuevo día, jamás de los jamases.

Mi recurso para sobreponerme a este un-día-sí-otro-también de lluvias monzónicas es imaginar una realidad alternativa. Como por ejemplo, que esta receta que me acabo de inventar (con la colaboración intelectual del Toledano) es la manera en la que la jet set parisina come los espárragos en primavera. Bueno, la jet set seguro que los come cubiertos con puturrú de foie. Pongamos entonces que no se trata de la jet set, sino de un bonito restaurante regentado por un francés de campiña que siente añoranza por los sabores sencillos y limpios de los productos de calidad. En su pequeño local sirve estos espárragos junto a una buena copa de vino tinto, y se pasea entre las mesas, las manos metidas en los bolsillos del peto vaquero y el pelo blondo grisáceo despeinado sobre la frente, complaciéndose con la satisfacción de los clientes. ¿Por qué no?


Ingredientes para dos personas:

  • 500 g de espárragos blancos
  • 2 ó 4 lonchas de jamón cocido (depende de lo grandes que sean)
  • 500 g de patatas nuevas
  • 1 quesito de rulo de cabra (NOTA: Para celíacos, quitar la cubierta del queso)
  • mantequilla, sal y pimienta


Preparación:

  1. Pelamos las patatas, las lavamos, y las cortamos en rodajas de aproximadamnte 1 cm de grosor.
  2. Lavamos los espárragos. Cortamos unos 3 ó 4 cm de la base (según veamos cómo están de secos ahí) y con ayuda de un pelapatatas, los pelamos retirando la capa esterior a lo largo del tallo (¡respetar las yemas!).
  3. Cocemos las patatas y los espárragos. Yo lo he hecho en la olla rápida, poniendo dos vasos de agua en el fondo y las verduras sobre la bandeja para cocer al vapor. He guisado durante 6 minutos desde que ha subido la válvula, y luego como no tenía ganas de esperar más, he enfriado la olla bajo el grifo.
  4. En una fuente para horno engrasada con mantequilla he puesto una base de patatas, y luego he añadido sal y pimienta.
  5. Los espárragos los he sazonado y los he envuelto de dos en dos con las lonchas de jamón cocido.
  6. Por último, he puesto unas rodajitas de rulo de cabra.
  7. Gratinar en el horno a máxima potencia durante unos 10 minutos, et voilà! Servir calentitos.