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lunes, 31 de octubre de 2011

Gnocchi di zucca (ñoquis de calabaza)

En diciembre nos vamos de vacaciones. Porque no tuvimos vacaciones en verano, porque nos pilla justo en el cambio de puesto de trabajo, y porque nos lo merecemos. Hoy ha venido Jorge a ayudarnos a planear el viaje, y como agradecimiento le he preparado estos gnocchi de calabaza que había visto en lo de Anita Cocinitas. ¡Están muy ricos! Y además es tan divertido hacer pasta fresca, llenarlo todo de harina, y cantar eso de Siempre que llegas a casaaaaaaaaa...


¡Gnocchi naranjas!

Ingredientes (para 4 raciones):
  • 350 g de calabaza (ya pelada y limpia; yo he usado calabaza Hokkaido)
  • 1 nuez de mantequilla
  • 1 huevo
  • harina de trigo, aproximadamente la misma cantidad que de calabaza, más lo necesario para enharinar la encimera
  • 4 lonchas de jamón serrano
  • unas lascas de queso de oveja viejo
  • aceite de oliva virgen extra
  • sal
  • salvia

Cómo preparar estos gnocchi di zucca:

Una vez pelada y limpia, trocear la calabaza y ponerla en una sartén a fuego muy lento, junto con la mantequilla, y tapada, durante unos 20 minutos, hasta que quede tierna. Dejarla enfriar.

Cuando ya esté fría, triturar la calabaza con la batidora y llevarla a un bol.

Añadir el huevo y un poco de sal, y mezclar bien.

Incorporar unos 200 g de harina y mezclar bien con una cuchara. Después ir incorporando poco a poco el resto de la harina (yo calculo que habré usado unos 400 g) hasta que la masa se pueda trabajar con las manos.

Enharinar una superficie lisa y seguir trabajando la masa ahí. Hay que seguir añadiendo harina hasta que la masa ya no se te quede pegada en las manos.



Tomar porciones de la masa y darles forma de rulo, de unos 2 cm de diámetro. Después, ir cortando rodajitas no muy gruesas con un cuchillo. Poner los gnocchi sobre una bandeja que hayamos enharinado, redondeando un poquito los bordes con los dedos, y espolvoreándolos con más harina, para que no se peguen. Sí, a estas alturas ya está todo pringado de harina, no queda más remedio que rendirse y disfrutar del caos imaginándonos que somos una mamma italiana :)


Cocemos los gnocchi en abundante agua hirviendo durante unos minutos, hasta que flotan en la superficie y están tiernos y cocidos por dentro.

Servimos inmediatamente, calentitos, con el aderezo que nos apetezca. Yo hoy les he puesto simplemente un chorrito de aceite de oliva virgen extra, del güeni que me traigo en latitas pequeñas desde España, unas lonchitas de jamón troceadas con las manos, y unas lascas de queso de oveja viejo, también del güeni, también me lo traigo de España de contrabando, y los he espolvoreado con un poco de salvia. Me ha encantado la combinación de colores, y de sabores. ¡Que lo disfrutéis!

sábado, 29 de octubre de 2011

Pavo en escabeche de naranja

Como mujer trabajadora que soy (de momento) entre semana suelo tener poco tiempo para cocinar. Llego del trabajo tarde, cansada y hambrienta, más aún cuando en este país se almuerza sobre las 12:30, y aunque meriende alguna fruta o galleta, a las ocho tengo tanta hambre que me comería a mi padre por los pies. Así que siempre se agradece tener algo ya preparado, que sólo haya que sacar de la nevera y servir.

En este sentido el escabeche de pavo es un gran apaño, porque está riquísimo, es ligero (y apropiado para una cena) y puedes preparar una gran cantidad y conservarlo en el frigorífico durante mucho tiempo. No me preguntéis cuánto tiempo es el máximo porque en casa nunca ha durado más de un par de semanas: en cuanto me despisto mi marío está picando del táper de pavo en escabeche. Eso es la prueba irrefutable de lo rico que está :) A veces lo tomamos en ensalada sobre algunas hojas de lechuga. Otras veces lo acompañamos de un arroz en blanco o puré de patatas.



Ingredientes:
  • 1 pechuga de pavo (ésta pesó un kilo)
  • 1 puerro
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 100 mL de vino blanco
  • la piel de dos naranjas
  • 1 hoja de laurel
  • 8 granos de pimienta negra
  • aceite de oliva
  • vinagre de manzana
  • sal

Cómo preparar este escabeche de pavo a la naranja:

Corta la pechuga en dos trozos, sálala y ponla en una cacerola que tenga más o menos el tamaño de la pechuga.

Corta la cebolla y el puerro en tiras gruesas. Pela los ajos pero déjalos enteros. Pon estas verduras en la cacerola con el pavo.

Añade a la cacerola el vino, la piel de naranja, el laurel y la pimienta.

Ve añadiendo aceite y vinagre en proporción 2:1, o sea, poniendo aproximadamente el doble de aceite que de vinagre. Pon aceite y vinagre hasta que la carne esté bien cubierta de la mezcla.

Tapa la cacerola y pon a cocer a fuego lento durante unos 30-40 minutos, hasta que el pavo esté tierno y perfectamente cocido. Después retíralo del fuego y déjalo enfriar.

Cuando esté frío, saca la carne escurriéndola, córtala en filetes y ve poniéndola en un táper. 

Retira la piel de naranja del escabeche. A continuación, saca las verduras y ponlas sobre la carne en el táper. Por último, cúbrelo todo con el líquido de cocción. Guarda el táper cerrado en la nevera y espera al menos 48 horas antes de consumir.

Cuando lo vayas a comer, saca el táper de la nevera un ratito antes si es posible, para que se atempere. Puedes poner en un plato una cama de hojas de alguna lechuga (en este caso usamos endivias), un par de filetes de carne y unas tiras de cebolla-puerro. Corrige de sal y aliña con un poco del propio escabeche. Ya verás qué rico. La piel de naranja le da un aroma delicioso.

La carne se conservará en buen estado siempre que esté bien cubierta por el escabeche, así que al guardar de nuevo el táper procura que no quede ningún trozo de filete por encima del líquido.

Cuando termines la carne puedes seguir usando el líquido sobrante para aliñar ensaladas o para aromatizar guisos.

Esta receta la vi en El Comidista y se ha convertido en una de mis habituales.

domingo, 23 de octubre de 2011

Baumkuchen

Alguna vez había probado este bizcocho rayado aquí en Berlín, no recuerdo dónde. Sí recuerdo que me gustó mucho de sabor, y que me encantaron sus rayitas. En aquel momento no entendí que "Baumkuchen" viene a significar "pastel de árbol", olvidé el nombre, y en consecuencia se me hizo más difícil buscar la receta por internet. Por eso me hizo tanta ilusión que SandeeA la publicara en su blog.

Ayer teníamos una pequeña reunión-merendola y me propuse probar a hacer el Baumkuchen. Ya le tenía ganas hace tiempo, pero últimamente limito las tartas a las reuniones con amigos, por aquello de que si hago una tarta para nosotros dos, nos la comemos, enterita además, y poco a poco vamos creciendo en la tercera dimensión de una forma que no mola nada. En fin, que ayer me arremangué y me puse manos a la obra.

La tarta quedó bien. El sabor, estupendo. La textura es sorprendentemente suave para un bizcocho que no lleva levadura. Eso sí, es una tarta consistente, para servir en raciones pequeñas.

En cuanto a la preparación, no es en absoluto complicada, pero sí muy laboriosa. Yo no tengo una batidora de varillas eléctrica (aún, el universo gastronómico no deja de mandarme señales para que me compre una) y montar siete claras de huevo a mano se me hizo pesado. Después, como se hornea por capas, hay que estar pendiente del horno durante media hora o cuarenta minutos. Así que recomiendo que hagáis esta tarta cuando tengáis mucho tiempo por delante, y muchas ganas de luciros. Porque luciros, os váis a lucir, eso os lo aseguro.

De chocolate y a rayitas


Ingredientes:
  • 250 g de margarina
  • 250 g de azúcar
  • 7 huevos medianos
  • 150 g de harina de trigo
  • 100 g de harina fina de maíz (tipo maizena)
  • 1 pizca de sal
  • 1 sobrecito de azúcar vainillado, o un poco de extracto de vainilla
  • 2 cucharadas de cacao puro en polvo
  • 200 g de chocolate negro para cobertura
  • 2 cucharadas de leche


Locura de chocolate. Negro y con temperamento.

Cómo preparar este Baumkuchen:

Batir la margarina con el azúcar con la batidora, hasta que quede una mezcla homogénea, suave, cremosa.

Partir los huevos separando las claras de las yemas. Reservar las claras. Incorporar las yemas de una en una sobre la margarina, batiendo.

Tamizar la harina de trigo y la de maíz sobre la margarina. Si tenéis un tamizador, estupendo, y si no, también podéis usar un colador metálico grande. Batir toda la mezcla hasta que quede muy homogénea.

En otro recipiente aparte, montar las claras de huevo con la pizca de sal, hasta que queden bien firmes. Incorporarlas después a la otra mezcla, poco a poco, con ayuda de las varillas, usando movimientos suaves y envolventes.

En este momento podemos encender el horno para que se vaya calentando. Encendemos sólo el grill, a 200 ºC.

Dividimos ahora la masa del bizcocho en dos partes iguales. A una le añadimos el azúcar vainillado, y a la otra el cacao, mezclando con las varillas, siempre con cuidado.

Preparamos el molde que vayamos a usar, bien forrándolo con papel para horno, bien engrasándolo con margarina. Yo he usado un molde rectangular de silicona, y lo he engrasado un poco con margarina (aunque en principio no haría falta). El resultado ha sido estupendo, el bizcocho no se ha pegado nada a las paredes, se ha desmoldado muy fácilmente, y ha quedado con una forma muy bien definida (¡viva la silicona! - en moldes para horno).

Tomamos dos cucharadas soperas de masa blanca, y las distribuimos sobre el fondo del molde, de modo que quede una capa fina y uniforme. Horneamos en la bandeja media del horno durante unos 2 ó 3 minutos, hasta que la masa esté cocida y ligeramente dorada. Os recuerdo que sólo estamos usando el grill.

Sacamos el molde con cuidado. Ahora ponemos dos cucharadas de masa de chocolate, las distribuimos bien, y volvemos a hornear.

Repetimos esta operación alternando masa de vainilla y masa de cocholate, y horneando por capas, hasta que agotemos las dos masas. La última capa la he dejado que se dorase un poco más que las demás, para que quede más firme y haga las veces de base de la tarta al desmoldar.

Sacamos la tarta del horno y la dejamos enfriar durante unos 20 minutos. La desmoldamos con cuidado dándole la vuelta, de manera que la última capa que horneamos quede abajo del todo, y dejamos enfriar completamente.

Cortamos el chocolate negro en trozos y los ponemos en un cazo junto con las dos cucharadas de leche, a fuego muy lento. Vamos removiendo para que se derrita pero no se queme. Si vemos que está muy espeso, añadimos un poquito más de leche.

Usamos este chocolate derretido para cubrir nuestra tarta, y dejamos enfriar.

lunes, 10 de octubre de 2011

Descubriendo el brócoli (en sopa)

Me estoy reconciliando con el brócoli. En realidad no es que hayamos estado peleados, más bien nos ignorábamos la mayor parte de las veces, y nos tolerábamos cuando nos encontrábamos las caras. Pero mi amigo Valentín Fuster me ha convencido de que el brócoli es extraordinariamente saludable, así que me he propuesto un acercamiento a esta verdura de aspecto tan simpático. Y me he dado cuenta de que lo primero que tengo que hacer es encontrar maneras de cocinarla. Me parece que en la gastronomía española el brócoli prácticamente brilla por su ausencia, o al menos en mi casa sólo se cocinaba de una manera (esparragao) así que ahora ando a la caza de nuevas recetas con brócoli. Hoy me he decidido a probar ésta de El delantal verde, y me ha sorprendido el sabor tan suave y tan rico de esta sopa. Si alguno de vosotros está también en proceso de hacer las paces con el brócoli, os la recomiendo.


Qué necesitas:
  • 500 g de brócoli, lavado y troceado
  • 500 g de patatas, peladas y troceadas
  • 1 cebolla pequeña, picada
  • 1 vaso de leche
  • 3 vasos de caldo de verduras (si os pasa como a mí, que normalmente no tenéis caldo -en mi caso, porque no tengo congelador, como lo oís- podéis usar agua)
  • 2 cucharaditas de comino molido
  • pimienta molida
  • sal
  • aceite de oliva
  • almendras fileteadas, para decorar

Cómo preparar esta sopa de brócoli:

En una olla, dos cucharadas de aceite a fuego medio, y dora en ellas el comino durante un par de minutos, hasta que empiece a desprender aroma. Añade entonces la cebolla y la sal, y deja que se sofría.

Cuando la cebolla ya esté transparente, añade las patatas, el brócoli y el caldo o el agua. Tapa la olla y sube el fuego para que arranque a hervir, y una vez hirviendo vuelve a bajar el fuego y déjalo todo cocer durante unos 20 minutos, hasta que las verduras estén blandas.

Retira del fuego, añade la leche y bátelo todo muy bien con la batidora. Añade pimienta al gusto y corrige de sal.

Sirve esta sopa calentita, y decorada con unas gotas de aceite de oliva vírgen extra y unas almendritas fileteadas.

domingo, 9 de octubre de 2011

Improvisando: Pastel de berenjenas y gorgonzola

Tengo el blog abandonado. Se me ha llenado de polvo y pelusas, y hay también esas bolas de matojo seco rodando de un lado a otro de la habitación, como en las pelis del oeste. Mi excusa es que vuelvo a estar bastante activa: a finales de este mes es la evaluación bianual del Instituto en el que trabajo, y tengo que hacer muchas cositas, cumplir deadlines, y demás. Por si fuera poco, me he apuntado a clases de alemán, dos veces en semana, así que en general ando liadilla. He estado cocinando, por supuesto, experimentando un poco con recetas nuevas, e incluso tengo fotos. Me he propuesto ser buena y poco a poco ir escribiendo los resultados aquí, en este cuaderno de laboratorio. Así que espero que sepáis perdonarme :)

Los viernes solemos salir a cenar fuera, como una especie de premio por haber terminado la semana. Pero este viernes estábamos tan cansados que ni ganas de poner un pie en la calle había. Así que abrí la nevera para ver qué tenía que se pudiera comer: berenjenas, huevos, tomatitos, gorgonzola... En definitiva, alimentos que suelen constituir mi fondo de armario en la cocina, porque son muy ricos, muy mediterráneos y se encuentran en cualquier supermercado, también aquí en Berlín. Y mientras hablaba con mi madre por teléfono, en un ratito y usando casi sólo una mano, monté este pastel de berenjenas, así de fácil es, pero más rico queda.



He usado (para dos raciones):
  • Una berenjena grande
  • 12 tomatitos cherry
  • 3 huevos
  • 100 g de queso gorgonzola
  • media cebolla pequeña
  • un diente de ajo
  • una gotita de aceite
  • sal

Cómo preparar este pastel de berenjenas y gorgonzola:

Precalentar el horno a 220 ºC.

Lavar la berenjena y cortarla en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor. Cubrir la rejilla del horno con un papel para horno, poner las rodajas encima y asar durante unos 10 o 15 minutos, hasta que la superficie de la berenjena tenga un color ligeramente dorado y al pincharla con un tenedor esté tierna. En ese momento, sacar la berenjena y bajar la temperatura del horno a 180 ºC.

Mientras se asa la berenjena, cortar la cebolla en juliana y picar el ajo, y sofreírlos en una sartén con un poquito de aceite. Reservar.

Lavar los tomatitos y cortarlos por la mitad. Cortar el gorgonzola en daditos. Batir los huevos.

Engrasar una fuente para horno con un poco de mantequilla. Cubrir el fondo con rodajas de berenjena. Poner encima la mitad de los tomatitos, un poco de cebolla y ajo, y la mitad del queso. Volver a cubrir con berenjena, presionando un poco con las manos para que todo se compacte, y repartir el resto del queso, cebolla y ajo, y tomate. Para terminar, verter el huevo batido y mover un poco la fuente, inclinándola, para que se reparta bien entre todo el contenido.

Hornear durante unos 40 minutos, hasta que el huevo haya cuajado, y justo al final, poner el gratinador para dorarlo por arriba. ¡Buena cena!