¡A la rica galleta, oiga!
Se acercan las navidades y las lorzas empiezan a regocijarse y a frotarse las manitas (las manitas de lorza serán blancas, regordetas y blanditas, seguramente) pensando en que llega su momento cumbre en el año, cuando nos dedicamos a ir de reunión familiar a reunión con los amigos, comiendo y bebiendo sin reparar en las consecuencias. Yo este año he decidido que no voy a engordar en navidades. Voy a engordar antes, y así cuando llegue a España ya tengo la tarea hecha.
En realidad hacer galletas no forma parte de un plan maestro de dominación por parte de mis lorzas. Se trata más bien de sucumbir a la presión social. Porque por estas fechas los alemanes (o mejor dicho, las alemanas, que es una cosa más de chica) se ponen a hacer galletas como locos. Plätzchen las llaman. Suelen ser galletas de mantequilla, a veces con especias, a veces redonditas, a veces cortadas en forma de figuritas, y decoradas. Normalmente se encierran en casa durante un día (o varios) con las mujeres de la familia, o con las amigas, y se dedican a hacer galletitas de distintos tipos. Y a beber vino o Glühwein, claro, para darle un tono más festivo. No hay que perder ocasión. Luego componen surtidos de distintos tipos de galletas, los empaquetan en algún tipo de envoltorio mono, y hasta el día 25 van los van regalando a los amigos.
Algunas Plätzchen que me han regalado
No digáis que no mola.
Primero te pasas un día haciendo galletas y bebiendo vino, y luego tienes regalitos para todo el mundo, que casi no te han costado nada pero están hechos a mano con mucho amor. La idea está genial.
Como cuando mi madre se ponía a hacer rosquitos, pero en versión alemana. Aunque para ser completamente honestos, creo que mi madre no bebía vino mientras hacía los rosquitos, que ponerse a freír en un perol estando contentillo no es buena idea.
Hasta ahora nunca había prestado atención a esta tradición. Quizás porque hasta ahora no había tenido tantas amigas alemanas. La semana pasada de repente desaparecieron todas del calendario. Hasta las menos femeninas, más independientes, más alternativas, menos caseras... TODAS se pusieron a hacer galletas. Así que yo también quiero. Y ya tengo mi propio evento galleteril organizado para la semana que viene. Lo que os enseño hoy es una receta que quería probar para ver si la incluyo en el surtido de la semana que viene o no.
La conclusión es que sí: habrá galletitas de almendra en el surtido.
Galletas de almendra (para unas 60 unidades):
1- Poner en un bol
- 250 g de mantequilla en pomada (que esté blandita)
- 125 g de azúcar glas
- 1 yema de huevo
- 1 pizca de sal
y batirlo con las varillas hasta que esté bien mezclado y la masa haya cogido aire.
Ingredientes listos para usar, como si esto fuera un programa de la tele
2- Añadir
- 200 g de almendra molida
- 250 g de harina (la normal, tipo 405)
- 20 mL de licor de naranja (opcional)
- 100 g de piel de naranja confitada (opcional). Yo la pasé por el picador de alimentos para que quedara en trocitos muy pequeñitos.
Mezclar con las manos hasta formar una masa.
3- Cubrir con papel de film transparente y guardar en el frigorífico unas dos horas, hasta que la masa se endurezca.
4- Precalentar el horno a 200 ºC. Preparar dos bandejas de horno cubriéndolas con papel vegetal.
5- Hacer bolitas de masa y ponerlas en las bandejas, aplastándolas un poco con los dedos. Dejar un poco de separación entre las bolitas, porque crecen al hornearse, pero no crecen muchísimo.
6- Batir
- 1 yema de huevo
y pintar con ella las galletas.
7- Si se quiere, decorar con láminas de almendra, o con almendras partidas por la mitad. O podéis esperar a sacarlas del horno y espolvorearlas después con azúcar glas. O podéis no poner nada más encima.
8- Hornear a 200 ºC, con el horno encendido arriba y abajo, durante unos 12 minutos, o hasta que estén bien doraditas.
9- Sacarlas y dejarlas enfriar sobre una rejilla hasta que se endurezcan. Después conservar en una lata o un bote para galletas.
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