Es noviembre en Berlín, y más que estar constantemente nublado, la sensación es que alguien ha soltado una losa de hormigón sobre el techo de la ciudad: está humedo, oscuro, frío (aunque a las temperaturas todavía les queda recorrido hacia abajo). En definitiva, apetece cocina de olla y cuchareo. Por suerte este guiso le levanta el ánimo hasta a un trabajador del Ordnungsamt*.
Las legumbres son ricas en proteínas y fibra, y bajas en grasas (bueno, esto depende de qué les pongas al lado, claro) y por ese motivo se erigen como joya de la cocina mediterránea. En invierno procuro tomarlas un par de veces por semana. Pero me aburre comerlas siempre de la misma forma, así que estoy haciendo un esfuerzo por ampliar el repertorio.
Fagiolata para 4 raciones:
1- La noche antes, poner en remojo
- 300 g de carillas (el Toledano dice que podría haber puesto más habichuelas, porque el guiso quedó muy sabroso)
- una cebolla
- un diente de ajo
3- Añadir
- 300 g de panceta cortada en trocitos (mejor si es una loncha que cortas tú mismo, porque los trocitos de panceta o bacon que venden ya cortados en el súper suelen tener mucha más grasa)
- un buen chorreón de vino blanco
- una guindilla o un pimiento picante o un poco de pasta de harissa
- una hoja de laurel
- unos granos de pimienta negra
- una cucharadita de tomillo
- 400 g de tomates pelados y cortados en trozos (si son naturales pero os han salido insípidos, como a mí, podéis poner también una cucharadita de concentrado de tomate; también podéis usar tomates en conserva)
4- Poner las carillas en la olla y cubrir con agua o caldo. Cocinar hasta que estén tiernas:
- En olla rápida: 50 minutos a partir de que suba la válvula
- El olla normal: una hora y media o dos horas, a fuego lento, removiendo de vez en cuando y añadiendo más caldo o agua (calientes) si ves que el guiso se va a quedar seco.
(*) Más quisieran los trabajadores del Ordnungsamt poder echarle el guante a un plato de estos.
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